ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

jueves, 31 de agosto de 2023

La mujer preocupada




(Brooke Shaden/ Laura Makabresku)


Miguel cada noche observaba a la misteriosa mujer que pasaba en su turno de noche junto a la garita de la estación, era un vigilante jurado al que su belleza le resultaba irresistible. En alguna ocasión le pilló observándola y él apartó la vista avergonzado, esta le devolvía siempre una sonrisa, aunque al final se alejaba sin decirle ni una palabra. Un día se le cayó un objeto que llevaba al ir con prisas, y eso le dio la oportunidad de hablarle.
 
   ● Perdone señorita, se le ha caído esta caja –gritó al correr a cogerla.
 
   ● La mujer se detuvo en seco y se giró hacia él, para acercarse a cogerla.
 
   ● Gracias, por lo general no voy con tantas prisas.
 
   ● Me he dado cuenta de ello, ha pasado todas las noches durante mi turno.
 
  ● Ya me di cuenta de que me observa de forma discreta, ¿le parezco realmente alguien sospechosa para hacerlo cada día? –preguntó con una sonrisa que restaba importancia a la interpretación que él pudiera entender de primeras.
 
  ● Lamento si le he incomodado en algún momento, es que me resulta atractiva y me llamó la atención además verla pasar con esa expresión de preocupación siempre –argumentó él confiado por su actitud.
 
   ● Me llamo Luisa, y puede mirarme cuanto desee, si a cambio me acepta que quedemos en la cafetería al final de su turno de esta noche. Hoy regresaré algo más temprano –ofreció ella.
 
   ● Con sumo gusto acepto. Yo me llamo Miguel.
 
   ● Pues en ese caso, hasta mi vuelta Miguel.
 
   Se volvió a alejar tras despedirse de él, fue hacia la estación y regresó contento por esa cita a su garita.
 
FIN POR AHORA
 
*
 
EL SECRETO DE LUISA
 
 
Aquella primera cita en la cafetería, dio pie a que empezaran una relación entre ambos. Luisa se negaba a verlo en horas diurnas de forma rotunda, y aunque en un principio le extrañó un poco esa objeción por su parte... Él dormía casi todo el día y tampoco hubiesen podido quedar igualmente, lo que sí hizo, es volver con tiempo cada noche para poder pasear con él antes de que amaneciera y urgir regresar a casa a descansar.
 
   Cualquiera pensaría que eres una vampira al actuar de esta forma, le decía bromeando en alguna ocasión... En realidad se iba a descansar al igual que él, al trabajar de noche en la limpieza de un hospital.
 
 
Transcurrido ya casi tres meses de esos paseos nocturnos, Miguel necesitaba reforzar más la relación y le propuso que deberían de empezar a pensar en pasar alguna mañana juntos en la cama; prometiendo de antemano respetar las horas de sueño que ambos necesitaban, esa petición que, por un lado, parece no extrañar a Luisa, la hizo cambiar a una expresión más seria de las que de costumbre le había visto antes de que su relación las cambiara por otras de felicidad casi diarias.
 
   ● ¿He dicho algo que te ha parecido grosero? –inquirió preocupado.
 
   ● Para nada, querido. ¡Más bien esperaba que me lo plantearas mucho antes! –expresó para tranquilizarlo– Antes deberías de conocer algo sobre mí que no sabes y es el momento que estaba temiendo, ¿confías en mí lo suficiente para que te lo muestre? –preguntó seguidamente.
 
   ● ¡Por supuesto!, ¿no me saldrás ahora con que eres una asesina en serie? – bromeó por su parte.
 
   ● Acompáñame a mi casa y te lo mostraré, ¡te prometo que estarás a salvo! –ofreció seguidamente– Eres la última persona del planeta que haría daño –concluyó al mirarlo fijamente por unos segundos.
 
  Miguel la siguió pese a sus reticencias iniciales ante sus palabras, algo dentro suyo le instaba a confiar sin fisuras en su novia.
 
 
Le guió hasta una casa unifamiliar en las afueras de Madrid, y apagó el motor del coche tras aparcar. Sin decir ninguna palabra la mujer le cogió de la mano tiernamente, mientras se dirigían a la puerta de la vivienda frente a ellos.
 
   ● Esta situación me intranquiliza un poco, querida... ¿Realmente puedo confiar en ti? –planteó con cierto temor a su pareja.
 
   ● No te lastimaría por nada del mundo, Miguel –reiteró de nuevo– Te relajé un poco tan solo tus nervios, lo suficiente para que vinieras a mi casa a mostrarte lo que soy realmente –confesó ella.
 
  Pese a que eso debiera haberlo hecho huir de inmediato de allí, le fue imposible soltarse de la mujer y entrar en la casa.
 
  ● Perdona si he tenido que recurrir a la sugestión un poco, sé por experiencia que el miedo es la reacción instintiva más fuerte al llegar a este punto de las relaciones con mis anteriores parejas –comentó al cerrar la puerta tras soltar su mano.
 
   Sin darle tiempo a replicar nada, pasó a mostrarle un par de colmillos que surgieron en su boca y seguidamente retrajo.
 
   ● Soy una vampira y tengo mil quinientos años –dijo sin parecer dar importancia a ese hecho.
 
   Miguel al verse libre de lo que reprime su temor, retrocedió asustado de la mujer al momento.
 
   ● ¿Y pretendes ahora alimentarte de mí? –inquirió aterrorizado.
 
  ● Primero, ¿para qué iba a tomarme la molestia de iniciar una relación sentimental con una posible víctima?... Y segundo, no suelo matar a las personas de las que me alimento, ¡si es que preciso recurrir a esa forma de obtener sangre! –aclaró al intentar acercarse a él– Miguel tú también me gustabas y temía dar el primer paso por este momento, fue por eso que recurrí a la estrategia de la caja y esperar que no fueras decidido al sincerarte conmigo. Te prometí que estarías a salvo aquí, y los vampiros cumplimos lo que decimos –terminó exponiendo.
 
   ● ¿Y ahora qué entonces?, ¿en qué punto deja eso lo que teníamos entre los dos? –planteó el hombre algo más relajado.
 
   ● Esa cuestión ya depende de ti solamente si me aceptas como soy, puedes seguir conmigo como mortal si lo deseas... Pero no tardarás en notar el peso de los años y nos acabaremos distanciando. Otra opción es que te conviertas en vampiro y seguir juntos todo el tiempo que dure nuestro amor –respondió Laura.
 
   ● ¿Y si no me convencen ninguna de las dos? ... ¿Cuál sería la tercera?
 
   ● Borrar todo recuerdo de mí o de lo que vivimos juntos de tus recuerdos, esa es la que menos deseo que me obligues a realizar –aclaró con cierto pesar– Te quiero demasiado para prescindir de ti ahora, acéptame como soy, ¡por favor! –suplicó ella al arrodillarse frente a él.
 
   El hombre no sabía los poderes adicionales o fuerza que tendría ella como vampira, pero el verla implorar de esa forma, terminó de convencerlo de que sus sentimientos hacia él eran verdaderos y por su parte la quería también.
 
   ● De acuerdo, Laura. Humana o vampira, poco me importa, yo también te amo y en el fondo sé que eres incapaz de dañarme –contestó intentando parecer seguro en su voz.
 
   Ella se alzó con una rapidez que le sobresaltó para abrazarlo con fuerza, bastante más de la que debería tener una humana por su apariencia física.
 
   ● No me aprietes tanto, amor mío. ¡Recuerda que sigo siendo un simple mortal todavía! –pidió con voz ahogada.
 
   ● Perdóname, cielo. Me dejé llevar por mi alegría –dijo con lágrimas en los ojos al mirarlo.
 
   Eran como las suyas, no de sangre como vendían algunas series sobre vampiros.
 
Unos tres meses después de la noche en que me descubrió lo que realmente era, acepté que me convirtiera en lo mismo en medio de un acto sexual; en el que se mordió la muñeca para darme su sangre y hacer la transición hacia una forma de vida inmortal.
 
FIN
 
 
(Relatos pertenecientes a la propuesta de Variétés: 

1 comentario:

  1. Una historia vampírica jaja, pero has cambiado de nombre a la vampira , era Luisa para pasar ser Laura, eso es lo de menos, el relato ha estado genial.
    Un saludo.

    ResponderEliminar

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin