ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

jueves, 31 de agosto de 2023

El peso y su liviandad

 

(Autora: ©Lulita)

(Brooke Shaden/ Laura Makabresku)

La vida es un cúmulo de azares, eso piensa cuando le explican que al haber cumplido dieciocho años puede quedarse con la tutela de sus hermanos.
 
Se ríe y llora a la vez, aún no sabe si dar las gracias a que sus padres hayan muerto el día de su cumpleaños.
 
Le explican que tendrá que demostrar solvencia económica y disponibilidad para el cuidado de Mateo y Jimena.
 
Por suerte, otro atisbo de azar, su padre había hecho un seguro de vida al empezar el nuevo trabajo.
 
-Es mucha carretera -Le oyó explicar a mamá a la vez que ella se oponía a un gasto mensual más.
 
Lo irónico, es que el accidente fue en una escapada de fin de semana, previa queja suya de encargarse del cuidado de los mellizos. Las ganas de reír y llorar vuelven, en tanto que el resto de la retahíla burocrática se difumina entre sus pensamientos.
 
Con el alma a rastras abre la puerta de casa, pero sintiéndola ajena, como si al faltar sus pilares dejara de ser el hogar familiar.
 
La prima de su madre le explica que los mellizos están muy alterados, que habrá que tener paciencia con ellos.
 
Le da varios consejos mientras recoge rápidamente sus pertenencias y la abandona a su orfandad.
 
Entonces aparecen, la miran con ojos lagrimosos, corren y la abrazan y ese peso que ha estado sintiendo, se vuelve un poco más ligero.
 
Han pasado varios meses y sigue despertándose con palpitaciones en su pecho, la carga la sigue ahogando.
 
Intenta a diario que los mellizos no lo noten, pero perciben su cansancio, es en ese momento, que los dos se miran y la instan a descansar, recogen los juguetes y se ponen hacer los deberes sin rechistar. Y a ella la embarga de nuevo la emoción y su peso, momentáneamente, se vuelve aligerar.
 
Dos años han transcurrido y el desasosiego y la carga continúa. La amargura y la rabia hacen acto de presencia cuando los mellizos la saturan, cuando ve la vida de sus amigas y la compara con la suya, hasta que nuevamente sus ojos la miran, anhelando su cobijo, su amor incondicional, aquel que han perdido y solo en ella pueden encontrar.
 
Y una vez más, lo vuelve a sobrellevar.
 
La vida vuela y sin que se haya dado cuenta está arreglándose para la graduación de los mellizos, han cumplido dieciocho y sueñan con el futuro que la juventud promete. Una amalgama de sentimientos la envuelve. Tristeza, por sus dieciocho perdidos. Dolor, por los que ya no están. Envidia, por las promesas de futuro intactas. Orgullo, por la proeza conseguida. Alegría y Amor, por ver la felicidad de a quienes más quiere.
 
Tocan a la puerta y Mateo entra, con su traje negro, esbelto y elegante, ha heredado el porte de su padre. Con el océano en sus ojos, le sonríe.
 
-¿Cómo vas tata? ¿Lista para el súper evento? Quería decirte…
 
Y las palabras se le cortan ante la dificultad de expresar lo que siente. Otro rasgo paternal heredado.
 
-Quería decirte que hoy, no es solo el día de Jimena y mío. Hoy es nuestro día, porque lo hemos hecho juntos, porque sin ti, no hay un nosotros y porque… !te quiero Tata!
 
Sale corriendo de la habitación y tropieza con Jimena, que ríe a carcajadas ante la emotividad mostrada del introvertido de la familia.
 
-Bueno tata, está claro que hoy es el día de las declaraciones sensibleras -le dice al tiempo que contiene su sonrisa.
 
-Solo venía a decirte que ahora puedes contar con nosotros, ya toca que seamos tu apoyo, bueno, yo más que él -y vuelve a reír al abrazarla.
 
Se desenreda del abrazo para mirarla, ¡cómo se parece a su madre!, no tanto en el físico, donde está claro quién fue el gen dominante, sino en cómo irradia la alegría y seguridad maternal.
 
-Cuento contigo -bromea
 
-Va, esperadme abajo a que acabe de vestirme o ¡nunca saldremos de casa!
 
Jimena gira sobre sí y sale para dejarla a solas de nuevo, contiene las lágrimas  a sabiendas que hoy es solo una cuestión de tiempo.
 
Mientras los ve recoger el diploma, los últimos diez años pasan por su mente.
 
Las dificultades por las que han pasado;
 
La complicada conciliación entre sus estudios y su nuevo papel de madre.
 
Algún que otro susto de índole médica.
 
Los problemas adheridos a la adolescencia de los mellizos. Cómo se acordaba en esos momentos de sus padres y los conflictos que tuvieron por su propia adolescencia.
 
Pero sobre todo cómo los añoraba.
 
Las personas que les han ayudado;
 
La señora Rita, la abuela que el destino les ha dado, vecina de setenta y dos años, de pelo canoso y cuerpo rollizo, amante de las telenovelas y de la repostería, sus niveles de azúcar no serían lo mismo sin ella.
 
La prima Macu, les ayudaba siempre que encontraba un hueco entre sus múltiples reuniones de mujer de negocios.
 
Los padres de sus amigos, en especial Maite, que siempre les contaba su deseo de haber tenido familia numerosa cuando se pasaba por casa para echar una mano.
 
Y un sin fin de personas, que al entrever las vicisitudes por las que pasaban allanaron su camino.
 
Y es en ese mismo momento, en que puede echar la mirada atrás mientras los ve sonreír en el escenario improvisado del instituto, que la carga desaparece, se siente liviana de nuevo. Y de repente vuelve a tener sueños de futuro y esa cálida esperanza abre finalmente las compuertas de sus lágrimas.
 

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Lucha interna/Liberación”)

1 comentario:

  1. Un sacrificio que fue recompensado con los cariños y palabras de agradecimiento de los mellizos.
    Saludos.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin