(Autora: ©Ginebra Blonde)
(Brooke
Shaden/ Laura Makabresku)
Solían comentar que Zarai era como una anciana niña. Apenas
jugaba con sus amigas, y sus razonamientos, distaban mucho de lo esperado y
natural con sus siete años.
Ya por entonces comenzaban a asignarle títulos o motes como
“la rara”; “en su mundo”, y tantos otros calificativos que, aunque no lo hacían
con maldad y no dejaba de ser lo normal entre aquellas amistades que se
forjaban desde muy temprana edad, iba generando en ella un estado confuso, a la
vez que de rebeldía, ante un mundo que la juzgaba sin intención de conocer los
claroscuros que la habían llevado a esa manera de ser y actuar.
Ella no dejaba de aferrarse a esa niñez que, aun después de
lo sucedido, le parecía tremendamente llamativa por ese vuelo inocente y
majestuoso que le hacía despegar sus pies del suelo, y olvidar lo que un
terrible y abominable verdugo había acometido sobre su frágil infancia…
Y no… no quería ni podía soltarla. Esa niña truncada y
mancillada tenía que subirse de nuevo a los caballitos del carrusel; tenía que
reír y jugar sin pensar en los golpes de la vida; pero… ¿por qué hacerlo?; ¿por
qué engañarse cuando, ella, bien sabía que los cuentos eran sólo cuentos, y que
la realidad era que los monstruos estaban ahí, fuera de las páginas coloreadas,
fuera de las historias que contaban, acechando y atacando de verdad…?
Supo entonces que, por el momento, conviviría con esa batalla
que no dejaba de hacerle ruido en su interior; pero también iba forjando su
espíritu y su mente para, quizás, algún día… soltar ese caballo sujeto a un
mástil y, entonces, cabalgar libre y desnuda de todo, para ser esa niña mujer
que clamaba desde lo más profundo de su ser.
*
No cabía duda de que había una guerrera incansable entre
ambas; una fuerza forjada desde la oscuridad tendiendo su férrea mano a
aquellas dos que lidiaban por el lugar en el que ser libre; sentir; vivir(se)
desde su innata naturaleza.
Mujer y niña conciliaron y finiquitaron su lucha
convirtiéndose en una. Una combatiente que, a pesar de las heridas, atesoraba
la fragilidad y la sensibilidad de aquella que sueña y vuela en aras de una vida
que otorga el don de existir más allá de todo.
Hubo un equilibrio que la mantuvo en paz; pero la plenitud de
esa serenidad anhelada amaneció con su esplendorosa y cálida luz cuando él
apareció…; fue ese punto final para esos renglones que, temblorosos aún, se
despojaron de cada signo que los oprimía y los ataba a un círculo sin final.
Ese libro; esa historia… acomodó sus páginas en la biblioteca
del pasado. Sigue ahí; latente, pero… ya no duele. Y, curiosamente, aquel de
mirada de océano y tiernas manos, la hizo volver a ellas: a la niña; a la
mujer; a la guerrera y tantas cosas que se prestaron para abrazar(se) a la
vida, aceptar sus luces y sombras, y ser alma y piel palpitante en ese vuelo
inconmensurable del amor y cada una de sus extraordinarias expresiones.
(Relatos pertenecientes a la propuesta de Variétés: “Lucha interna/Liberación”)
Como siempre nos colmas de vivencias, nos das ideas y lo mejor nos motivas para que nuestra mente se ponga a funcionar. eso es mucho que agradecer y por ello siempre te diré que mil gracias.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo con todo el cariño del mundo, por tu esfuerzo y dedicación.
Sin vovostros no sería posible. Sois un hermoso impulso para generar estos retos; y no sólo vuestras plumas son magníficas, sino, sobre todo y lo más importante, las personas que estáis tras ellas... Así que gracias, siempre, mi querida amiga 🙏
EliminarAbrazos y cariños enormes, y muy feliz mes 💙