(Autora: ©Lulita)
MIEDO
Por fin se siente libre para sentir,
sin miedo o vergüenza a mostrar.
Ella, que nunca ha sabido expresar lo
que siente, que le enseñaron desde pequeña que la sensibilidad es debilidad.
Aún recuerda, cuando tan sólo con seis años, tuvo que estar
ingresada en un hospital, meses, sola, sin la compañía de sus padres, ya que
trabajaban y cuidaban del resto de sus hermanos. Pero lo más duro, no era la
soledad del ingreso, sino el reencuentro con la figura materna, cuando ésta le
reprochaba su debilidad por pedirle que se quedara a su lado a lágrimas vivas.
"¿No entendía que no podía ser?, ¿tenía que explicarle otra
vez los problemas que tenía?"
Y ella acababa entendiendo, como entendía que a su manera la
quería, era su madre, el problema tal vez era ella. Nunca fue lo suficiente
lista, dura y valiente.
Siempre había sido temerosa en la vida, intentaba que no lo
notaran y lo conseguía. Había trabajado años en su aspecto silencioso, de paso
en la vida sin ser percibida. Así era más fácil que no vieran sus miedos,
esconderlos.
Ese miedo, esa inseguridad, había marcado de alguna manera
cada una de las facetas de su vida.
En el trabajo la había limitado a ser siempre dependiente de
los demás, no ser capaz de emprender algo por sí misma.
En el amor, la había doblegado a su marido, que a pesar de
tener bondades, en la búsqueda de su opuesto, había encontrado una figura
fuerte pero insensible a sus miedos y sentimientos. Acentuando su sensación de
ineptitud.
Con sus hijos, que la llenaron de amor y suplieron otras
carencias, también sintió que nunca fue lo suficiente buena para ellos, como si
en otra madre hubieran encontrado una mejor opción.
Y ahora que su pelo ya blanquea, frente a la oscura muerte,
ya no tiene miedo y llora, como una niña de nuevo. Liberada, como si su pecho
tuviera alas que se baten al vuelo. Capaz de verse en los ojos de su nuevo
siniestro amigo, tal y como es, de quererse a sí misma, sin importarle
pensamiento ajeno, pues la huesuda mano que se extiende ante ella es conocedora
de su interior, queriéndola a pesar de él.
Y por fin entiende que la muerte es la liberación de los
pesares de la vida, que no hay que temerle. Siendo la última puerta del camino
que da contestación al mayor interrogante de la vida, con la libertad que da el
no temer la respuesta. Y es entonces, cuando siente de nuevo el batir de alas
en su pecho que acaban dando paso al oscuro sueño.
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: "Humana-Mente")
Ohh me ha encantado! Una historia de vida donde al final descubrimos el verdadero sentido.
ResponderEliminarUn abrazo.
En esta historia encontrada más que miedo una tristeza que me ha inundado , es una pena que desde pequeña se llegue al final de la vida sin haber conocido ese amor y esa valentía que todo ser humano tiene derecho a experimentar.
ResponderEliminarUn saludo, creo que es la primera ve que te leo , me ha gustado toda la sensibilidad del relato.