ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

martes, 31 de enero de 2023

Toy Story


(Autora: ©Dafne Sinedie)

    Aquella era la última caja de la mudanza.
   —¿Qué tesoros crees que esconderá?
   —Espero que no sea el gato de Schrödinger...
   Se echaron a reír.
   —Entonces acabemos de una vez con la incertidumbre.
   La chica aproximó el cúter a la cinta adhesiva que mantenía unidas las tapas de cartón y la cortó con un movimiento preciso. Abrió las tapas y sonrió.
   —Oh, son juguetes de mi infancia.
   Había muñecas, peluches despeluchados, bolsas de canicas, una comba de cáñamo que había perdido sus mangos, un yo-yo...
   —¿No te parece un poco triste que hayan quedado olvidados?
   —Bueno, podrían tener una segunda vida.
   —¿Cómo?
   El chico extrajo la comba de la caja y la valoró entre sus hábiles dedos.
   —Tengo una idea.
 
***
 
   Estaban en su dormitorio. Él le había ordenado que se desnudase, su voz adquiriendo ese tono dominante que tanto le enamoraba, y ella lo había hecho sin rechistar.
   —Te voy a atar con la comba, ¿de acuerdo?
   Ella se mordió el labio inferior mientras asentía.
   —De acuerdo.
   —Coloca las manos así, preciosa.
 
   Colocó las manos delante de ella, con las palmas juntas como en un rezo. Comenzó atándole las muñecas con una Columna Simple de Cabeza de Alondra, dejando el suficiente hueco entre ellas; la cuerda se sentía ligeramente diferente a las que solían utilizar, pero eso le puso aún más. Se desplazó detrás de ella y le hizo subir los brazos por encima de la cabeza, de modo que las manos quedaron en su nuca, apuntando hacia el suelo, y la cola de la cuerda quedó recta siguiendo su columna vertebral. Seguidamente la movió alrededor de su torso para que quedase debajo de sus pechos; ella siguió todos y cada uno de sus movimientos con los ojos brillantes. Hizo la segunda envoltura por encima de la primera, creando la línea horizontal en su espalda, y cuando regresó a ella la pasó por debajo de la parte que había quedado en diagonal. Tiró para tensar todas las partes y formar de nuevo un tallo que seguía su columna vertical; a ella se le escapó un gemido.
   —¿Todo bien, amor?
   —Sí, sí, sigue...
   Deslizó la cuerda hacia arriba y hacia abajo hasta crear un nudo. Comprobó la longitud que le quedaba; suficiente. Enrolló la cuerda alrededor del tallo y luego alrededor de su torso, esta vez por encima de sus pechos. Una vuelta más... Hizo un nudo hasta que la cola quedó hacia arriba; ella notó que las cuerdas se clavaban deliciosamente en su carne. Envolvió la cola en el tallo, subiendo por su columna, y la afianzó en un último nudo que quedaba a la altura de sus dedos.
   Se situó frente a ella para observar su obra.
   —Perfecta.
   Le besó mientras acariciaba sus pechos apresados entre las cuerdas; tenía los pezones duros por la excitación. Los atrapó entre los dedos y apretó hasta que ella gritó contra su boca. Repitió el proceso varias veces, y ella recibió de buena gana el dolor y el placer.
   —Buena chica... Ahora, espera aquí.
   Se quedó de pie en mitad de la sala, temblorosa y jadeante.
   Él se movió hasta el armario y abrió el cajón en el que guardaban los juguetes sexuales.
   —Supongo que de pequeña también tuviste una varita mágica. Aunque esta es un poco... diferente.
   Cuando se giró, sostenía en la mano derecha una Magic Wand.
   —Abre las piernas... Uf, estás chorreando, cariño.
  Deslizó el cabezal por su sexo hinchado y lo apretó contra su clítoris. Lo encendió. La vibración se propagó por todas las fibras de su cuerpo e hizo ademán de cerrar las piernas. Él le dio un azote en culo.
   —Mantén la posición si no quieres que te castigue.
  Se obligó a mantener las piernas abiertas, ofreciéndose completamente a él. La vibración fue creciendo conforme él apretaba el botón.
   —No puedo... Me voy a caer...
   Con la mano que tenía libre la agarró del tallo de cuerda.
   —No dejaré que te caigas, amor. Tú déjate llevar y disfruta...
   —Tengo ganas...
   El zumbido le parecía ensordecedor.
   —Vamos, córrete para mí.
   Explotó. Las piernas le fallaron. Él la sostuvo y la cuerda la mantuvo unida a su cuerpo mientras su alma se escapaba momentáneamente hacia el dulce clímax. Apagó la Magic Wand y la condujo hasta la cama. La tumbó con cuidado y la desató igual de metódico que la había atado. Luego le besó las marcas y le masajeó los brazos y el torso. Ella se dejó hacer, sonriendo.
 
   ¿Quién dijo que los juguetes eran solo para niños?
 

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Juguetes”)

5 comentarios:

  1. Soy Cora la leí en su día muy bonita y la imaginar que no falte.

    Besos para ambas

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  2. Juegos eróticos con juegos de la infancia , una gran aportación a la convocatoria . Besotes.

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  3. Igual que los juegos infantiles desarrollan la imaginación, pasa igual con lo eróticos, es más yo creo que son reminiscencias de aquellos.
    Al final somos niños grandes, aunque con otros parámetros del divertimento.

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  4. ¡Muchas gracias a todas por vuestros comentarios! Encantadísima de que os gustase mi Toy Story ;)
    Por cierto, me encanta la imagen que ha escogido Gin para el encabezado del post *.*
    Un besazo enorme de variété

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    Respuestas
    1. Me alegro que te guste, preciosa.
      Gracias, siempre, por tu presencia y tu magnífica pluma.
      ¡Bsoss enormes! 💙

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin