ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

domingo, 1 de enero de 2023

Monstruos


(Autora: ©Marifelita)

 
 
Soy fotógrafa. Bueno, lo era hasta hace unos días. Ahora mi destino profesional es una incógnita. Meses atrás coincidí en el metro con una chica que me impactó tanto, que fue el punto de partida para empezar un nuevo proyecto que acabó siendo una exposición con cierto renombre.
 
Aquella chica que inspiró la idea de mi último trabajo, con su físico especial, me atrapó de una forma hipnótica. Al mismo tiempo que me daba vergüenza mirarla y que me descubriera, por otro lado, mis ojos no podían dejar de enfocarla una y otra vez para intentar aceptar su difícil fisonomía y que me pareciera menos extraña. Parece ser un hecho probado que los rostros que no encajan en nuestros esquemas nos incomodan y nos fascinan a partes iguales.
 
Pensé que detrás de aquel enigmático rostro había una historia que valía la pena ser escuchada y después de muchas paradas del largo trayecto juntas, por fin me decidí a acercarme, entregarle una de mis tarjetas y decirle que me gustaría hablar con ella y hacerle una propuesta.
 
Para mi sorpresa, días más tarde recibí una llamada suya y quedamos en una cafetería para conocernos y pedirle que colaborara conmigo en una sesión de fotos. Ella aceptó encantada y me explicó su historia. Padecía una enfermedad de la piel mal llamada “piel de vaca”. Aunque ella era negra, tenía salpicada la mayor parte de su oscura piel de enormes manchas blancas. En su país de origen eran perseguidos por este motivo, había la creencia popular que eran símbolo de abundancia y suerte y en muchos casos se realizaban rituales salvajes y macabros con ellos. Tuvo que huir a Europa con sus padres cuando todavía era una niña.
 
Ese día en la cafetería hubo una cosa que me asqueó y me hizo hervir la sangre, y fue la reacción de la gente que pasaba por nuestro lado. Todos se apartaban bruscamente al verla, evitando a toda costa cualquier contacto accidental con ella, como si se tratase de una enfermedad infecciosa de la que pudieran contagiarse.
 
La rabia que sentí ese día hizo que me adentrara en un laberinto de sensaciones y que quisiera conocer a más gente con rostros impactantes y mostrarlos a todos junto con sus historias. También denunciar la poca sensibilidad que tiene nuestra sociedad y hacer reflexionar sobre el tema de la apariencia física, tan trivial y al mismo tiempo tan importante en nuestro tiempo.
 
Conocí a Maya, que tenía quemaduras casi en la totalidad de su cuerpo provocadas por un incendió que ocurrió en su casa siendo ella pequeña, y a causa de un descuido de sus padres, que en plena borrachera no fueron capaces de socorrerla y salvarla de las llamas. También fotografié a Sureshi, una mujer a la que su marido celoso le tiró ácido a la cara por sospechar que le era infiel, desfigurándole el rostro. Rodrigo era un hombre mayor que a pesar de tener los ojos a diferentes alturas, fruto de una negligencia médica por un uso excesivo de un fórceps al nacer, nunca perdía la sonrisa. Sylvie era una mujer que por edad podría ser una dulce abuela, pero que por el contrario su aspecto estaba a medio camino entre una “Barbie” y el “Jocker”. Con sus proporciones y fisionomía ahora imposibles, fue víctima de la cirugía estética sin límites y de unos cirujanos sin escrúpulos, con ansias de llenarse los bolsillos a costa de las inseguridades ajenas. Lola, un transexual que dejó de ser “Drag Queen” porque una noche a la salida de una fiesta, una manada de bestias lo arrinconaron en un callejón y aparte de darle la paliza de su vida, le cortaron la cara de lado a lado. Irina, una joven anoréxica que, por culpa de los salvajes cánones de belleza actuales, mezclados con su maleable personalidad juvenil desembocó en un cuerpo que te recordaba demasiado a los supervivientes de los campos de concentración nazis. Laura, una mujer de mediana edad que no tenía nariz debido a que de jovencita cometió el error de aficionarse a las drogas y durante muchos años abusar de la cocaína, hasta el punto de que se quedó sin tabique nasal.
 
Quizá mi error fue titular a esta exposición “Monstruos” porque, lejos de definir a los protagonistas de mis fotografías, pretendía señalar a los culpables de todas las atrocidades que habían sufrido. Y como pasa tan a menudo en nuestra sociedad, que se suele quedar una mayoría con un mensaje superficial, sin saber o no querer profundizar más en el tema, me encuentro ahora delante de una demanda que me prohíbe exhibir mis fotografías, acusándome de racista, xenófoba, homófoba, oportunista y definiéndome como “el verdadero monstruo” en alguna publicación.
 
El título se giró en mi contra, sin querer les di la llave perfecta, que utilizaron para atacarme, quizá por hacerlos sentir incómodos en mis reivindicaciones. Creo que es buena señal, quizá no me haya equivocado del todo. Pienso que en el fondo esto ha servido para darme más leña y avivar este fuego que se enciende dentro de mí y me lleva a pensar que ya es hora de pensar en un nuevo proyecto. Hoy contemplando a Nina, mi gata siamesa que adopté hace ya tres años y que la pobre le falta una pata por culpa de un desgraciado que jugó con ella al tiro al blanco, se me ocurrió un nuevo tema para un nuevo trabajo. Se llamará “Animales”, podéis adivinar de que se tratará esta vez, ¿verdad? Yo creo que ni el público ni la crítica serán tan exquisitos ni con el título ni con el fondo. Esta vez no se lo pondré tan fácil a esas lenguas viperinas con ansias de censuras. Ahora me siento en paz conmigo misma y ya no les tengo miedo.
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Mira Bien;¿Qué Ves?”)

2 comentarios:

  1. Magnifico, no sólo nos has contado una historia, has dado voz a la hipocresía de una sociedad que se rige por unos cánones de belleza tan superficial que no van más allá de un físico.
    Muy buena propuesta y he de decir que los verdaderos monstruos son los que no veían más allá de los rostros expuestos.
    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  2. Muy buen relato, con ganas de la segunda parte.
    Feliz 2023. Besos

    ResponderEliminar

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin