ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

sábado, 30 de abril de 2022

Allí Donde Estés

 
 

 
   Bajo el aterrador sonido del impacto de las bombas, que hacía cimbrear las bombillas de aquellos pasadizos oscuros y húmedos del refugio, Matilda conversaba con su abuela creando una utópica serenidad.
 
   —Abuela… ¿por qué hay bombas?
   —Porque con ellas matan, mi niña; con ellas matan…
   —Pues que las quiten todas.
   —Ese es el sueño de muchos… que difícilmente veremos cumplido.
   —Pues yo lo voy a soñar con mucha fuerza, abuela.
 
  Con los años, Matilda fue comprendiendo que las armas jamás desaparecerían de nuestro mundo; es por ello que centró su sueño en qué hacer para protegerse de ellas.
 Se pasaba los días, incluso las noches, ideando algo para su descabellado proyecto.  
 Tenía libretas y anotaciones por cada rincón de su cuarto; dibujos de aparatosos ropajes con los que, supuestamente, evitar que las balas pudiesen atravesarlos y llegar a herir o matar a las personas.
   Comenzó a trabajar en una empresa textil donde, a pesar de los comentarios de algunos trabajadores que ridiculizaban su idea, fue enriqueciendo sus conocimientos, hasta conseguir que la derivaran al departamento de investigación.
   En su mente, recreaba a menudo aquellas conversaciones que mantenía con su abuela en el refugio, mientras fuera de él la gente moría…; y siempre acababa mirando al cielo y diciéndole, allí donde estuviese, que su sueño se cumpliría.
 
  Un día, mientras trabajaba con polímeros en esa búsqueda de fibras sintéticas lo suficientemente aceradas para su afanado propósito, obtuvo unos resultados erróneos a consecuencia de una solución cristalina, cuando el resto de elementos eran de consistencia viscosa. Esa solución era el Kevlar; más resistente que el propio acero.
   Y entonces lo vio…
  Esa fibra sería perfecta para crear chalecos antibalas; cascos; uniformes de bomberos,  y tantas otras cosas para la seguridad del ser humano.
 
  «Abuela… Aún existen las armas. Como dijiste, el sueño de que algún día dejen de formar parte de nuestro mundo, es casi un imposible, pero he cumplido el mío. Sé que apenas es nada, pero más que suficiente si con ello se salvan algunas vidas. Y no me rindo; seguiré soñando, abuela; siempre… »
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta: “Déjate Soñar”)


2 comentarios:

  1. Gracias Ginebra por hacernos soñar, besos y cuídate mucho , mucho.
    Si nos damos cuenta los inventos los que son para matar hay otros que de ellos se sacan para salvar vidas como es el tuyo , esa fibra hace que los soldados estén más protegidos .
    Todo malo tiene su contrapartida lo bueno.
    Un besazo con mucho cariño.

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    Respuestas
    1. Gracias a ti por estar, preciosa. Para mí es un gran placer contar con vuestra compañía en estos viajes de letras.

      Estoy bien, pero creo que voy a adelantar mi pausa bloguera de verano, porque necesito recargar toda esa energía que se vio mermada estos días atrás...

      Agradecida de CORAZÓN por todo...
      Bsoss y cariños enormes 💙

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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