(Autora: ©Auroratris)
Te odio por ser mi más tóxica
adicción.
Desde niño, desde siempre se sintió atraído por ella. Unos
años más joven, con un aire de mujer que a él le provocaba cierto hipnotismo.
No desaprovechó ningún momento para decirle cuánto le gustaba y cuánto la
quería. Era una adicción que solía crear cierta animadversión en la figura de
la niña. Pero los años pasaron, no sin ciertos episodios de amor-odio por parte
de él al sentir el continuo rechazo. La niña creció sin el más mínimo interés
por conocer a este enamorado.
La vida es caprichosa, demasiado. Lo pudieron comprobar
cuando ambos coincidieron en una exposición de un amigo en común. Sin esperarlo
y con muchos años de por medio, allí estaban. La sorpresa primigenia dio lugar
a una risa nerviosa. Ella ya no era una niña y él hacía tiempo que dejó de ser
aquél adolescente larguirucho y parlanchín.
No bastó un brindis, ni una noche para ponerse al día y
contar sus aventuras y desventuras. Sus amores y desamores. Quedaron en muchas
ocasiones, sobre todo los fines de semana. El mar de fondo, un mar que a ambos
les traía muy buenos recuerdos. Sin poner etiqueta a esta nueva etapa, pero sí
una banda sonora, fueron conociéndose cada vez más.
Los planetas dejaron de estar alineados, por diversos motivos
se fueron distanciando los encuentros. Los compromisos de ella al trabajar en
una multinacional, los de él y su repleta agenda les dejaba muy poco espacio
para compartir.
La distancia hizo el resto. Las decisiones las trae la noche
y Gabriela decidió tomar el camino más corto. Camino que a él no le pareció
correcto por más que pidiera una prorroga hasta que se volvieran a encontrar.
Hay muchos besos insalvables entre Praga y Mallorca.
Estamos en medio de una pandemia y de un caos mundial. Lejos
de su tierra, todavía recibe algún mensaje donde con emoticonos de enfado él le
da los buenos días:
• Buenos días, amor. Te odio por ser mi más
tóxica adicción.
(Relato perteneciente a la propuesta: “Odio”)
Hay amores que matan, cuando alguno de los dos pide distancia hay que respetarla o bien dejarlo definitivamente, las migajas nunca son buenas, suelen ser tóxicas .Un relato que se da en muchas ocasiones en las parejas. Beso mi Ana querida muak.
ResponderEliminarASí es, mi niña. No se puede forzar, el amor debe ser libre y fluir en abundancia, boquear solo lleva a envenenar el aire que se respira. Gracias infinitas por estar siempre.
EliminarMil besitos que te achuchen con mi cariño y feliz mes de abril ♥
Qué más te puedo decir, mi querida Gine!! Gracias y más gracias por regalar estrellitas chispeantes en esta fría tarde. Toda mi gratitud y mi cariño.
ResponderEliminarMil besitos que te abracen fuerte ♥
Ohh... 🥰 Qué bonito lo que me dices...
EliminarSoy yo la eterna agradecida, preciosa.
Un placer, siempre, contar con tu hermosa y valiosa compañía...
Bsoss y cariños enormes 💙
Excelente, como ya te he comentado en el blog.
ResponderEliminarResuelves el reto de forma brillante y totalmente realista.
Me ha encantado!
Toda adicción es perniciosa, pero fíjate que yo veo en esas palabras finales, una frase hecha de amor. o sé que pensarás tú que has escrito el relato.
ResponderEliminarNunca lo forzado termina bien.
ResponderEliminar¡Magnífico relato!