ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

miércoles, 31 de marzo de 2021

Un Cuento Casi Gótico, Casi Cuento


(Autor: ©Pedro M. Martínez)

Mosaico:


Ahí empezó todo, la tarde en que  aquella mujer llamó a la puerta de nuestra casa casi vegetal. Sin palabras, dejó un anillo y un libro y  se fue en un Mercedes que bamboleaba en el camino que algunos decían que era del tiempo de los romanos. Exageran, la gente de estas tierras no sabe nada de entonces ni de ahora. El libro estaba escrito en un idioma que no entendía, con flores secas entre sus páginas, con un olor penetrante a almendras, a vainilla, lo olvidé sobre una repisa.
 
Hasta aquella visita mi vida era tranquila en un destierro impuesto.  La niebla ocultaba los árboles. Paseaba por el jardín entre estatuas, bestias pacíficas, inmóviles aunque estoy seguro que alguna vez las vi moverse, apenas milímetros, un ojo medio abierto, la cabeza ladeada. Edith sonreía, decía que el clima de aquí me estaba trastornando. El niño, ella sostenía que era mi hijo, apenas me hablaba, con sus ocho años nunca me llamó padre.
 
Quizás fue una coincidencia pero también por aquel entonces Edith comenzó unos rituales extraños, salía de noche a bañarse en el arroyo cercano, recolectaba hierbas que guardaba en pequeños recipientes de cristal, leía aquellos libros antiguos del desván, allí pasaba los días.
 
Llegó el cambio de estación, la noche anterior había llovido, era miércoles, mi hijo, con una voz que no era de niño, me avisó: padre, tu mujer se ha puesto un anillo y está leyendo tu libro. Subí al desván y lo que vi me espantó, me recordó a Sacrificio de  Andréi Tarkovski cuando Alexander prende fuego a la casa igual que yo quemo ahora este texto para cumplir con un reto literario que me ha dejado descolocado porque no encontraba relación entre las diferentes fotografías del mosaico que escogí, me obligaba a un cuento gótico para el que no estoy motivado en absoluto y hace que replantee mi posición ante este mundo bitácora como manera de encauzar una afición literaria limitada al yo. Como siga así doy fuego también a mi blog, conmigo dentro, que salga el sol por donde quiera. Eso sí, con música de Bach que siempre da un punto.
 

 

 (Relato perteneciente a la propuesta: "Secuencias")


3 comentarios:

  1. Jaaaa, ese final es apoteósico. No des fuego ni al blog ni a ti mismo, lo que nos has contado bien contado esta ...y si falta o faltará algo ya lo ponemos los que te leemos con una dosis de imaginación ...sin duda aquel hombre al ver a su mujer en tal estado se quedó sin palabras. Un abrazo y encantada de leerte.

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  2. Hola, Pedro. Fogata para celebrar el final. Como te he dicho en tu casa, no es preciso incendiar todo. Te ha quedado bien así que igual deberías pensar en un altar, un poco de incienso y alguna que otra oración :-)
    Me ha encantado conocerte y leerte gracias a Gin.
    Besos.

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  3. Pedro, qué alegría verte por aquí.
    El texto es "muy tú", incluso el título. Me gusta mucho tu manera de escribir y ese "casi" que le da al texto ese aire de descuido, que para nada lo tiene, y esa complicidad y curiosidad que creas en el lector.
    ¡Bienvenido al club!

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin