(Autor: ©Chema)
Aunque el idioma que más he estudiado y practicado es el
inglés, tengo un recuerdo interesante de cuando iba a una academia de francés.
En una clase teníamos que explicar -en francés, claro está- situaciones que
eran sólo un mal momento que pasaba y se olvidaba: “un mauvais moment à
passer”.
Ducharse con agua fría o que te pinchen para sacarte sangre,
son sólo malos momentos fugaces, lo pasas un poco mal durante un rato pero
luego ni te acuerdas. En cambio, por ejemplo, sentirse ignorado o invisible
durante una época prolongada en el tiempo, no es algo que se olvide fácilmente.
Puede causar verdadero dolor físico.
En mi segundo año de carrera, iba a clase por la tarde. Tenía
prácticamente sólo un amigo. Él era muy extrovertido y yo muy tímido, él
entablaba conversación con cualquiera mientras yo me quedaba mirando. No tenía
individualidad, para la gente era “el amigo de Juan”.
Un día cualquiera de la semana, salía de la escuela a las
nueve y media de la noche. Iba pensando en el escaso aliciente que tenía mi
vida: ir de la escuela a casa y de casa a la escuela, estudiar asignaturas
difíciles y no tener apenas vida social. Me disponía a entrar en una tienda de
prensa y comestibles, para dar un vistazo a las revistas y entretenerme un poco
antes de llegar a casa. Esa tienda se encontraba en el interior de una galería,
y en cuanto entré en ella me impactó en el rostro una extraña luz...
Apareció entre mí una mujer de edad indefinida. Era rubia y
con la cara triangular, se parecía un poco a Nina Persson, la cantante del
grupo sueco the Cardigans -aunque por aquel entonces no había oído hablar de
ellos-. Me dijo: “Hola Chema, soy la Rebelde”.
Empecé a balbucir “Pe... pero de qué me conoc...?” y ella me
cortó. “Sé que te encuentras desubicado, te cuesta encajar con las personas que
tienes alrededor. Te recomiendo que seas tú mismo, y ya encontrarás a gente que
te siga. Los amigos llegarán solos. Y aparte, trata de verbalizar cómo te
sientes, a ser posible con ironía y humor. Te voy a plantear una pregunta para
que pienses la respuesta esta noche: Si los ingenieros industriales de tu
escuela, la Politécnica, son gente tan desabrida, ¿cómo lo harán para practicar
el noble arte de la procreación, cuando se casen o tengan pareja?”.
Me reí con ganas por primera vez aquel día, y dije un poco
cortado: “Pues no se me había ocurrido, pero oye, ¿cómo...?”, y entonces vi que
la Rebelde había desaparecido.
Continué mi camino a casa preguntándome si había sido un
sueño, pero de mucho mejor humor y dispuesto a seguir sus consejos. Aunque eso
sí, imaginarme a los ingenier@s practicando las artes amatorias, ya me iba a
costar un poco más. ¿Qué dirían en esos momentos? ¿”Cariño, vamos a crear un
oscilador mecánico con intercambio calorífico”? A saber...
Relato perteneciente a la propuesta: "Dolor(Es)"
Muy bueno, con ese dolor de ser tímido que vira a alegría con la imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo a ambos
Ja, ja, ja... me encanta tu relato, Chema. Es divertido y sí... siempre hay alguien que nos saca de nuestro laberinto y nos muestra otra alternativa menos cuadriculada para romper los muros de nuestra mente. Te felicito, solete.
ResponderEliminarMil besitos con cariño y muy feliz diciembre.
No sé si saldrá mi anterior comentario...
ResponderEliminarLo repito.
Es ingenioso. Me ha gustado.
ajajajaja, Chema eres único en tus relatos. Esa espontaneidad tuya es una gran virtud. Y la timidez creo que ya se te pasó. Desde luego esos estirados de ingenieros en las artes amatorias habría que verles jaja. Un besazo amigo.
ResponderEliminarQué bueno, jajajaja es una manera perfecta de quitarle hierro a las situaciones difíciles. Me ha gustado mucho el relato.
ResponderEliminar¡Un abrazo Chema!
Muy bueno, me ha encantado :DDD
ResponderEliminarMuy buen relato, como siempre...
ResponderEliminarSaludos.