(Autora: Lunaroja)
Lo sintió llegar como una corriente helada tan temida y
conocida apenas se sentó en el coche. Cerró los ojos apoyándose en el respaldo,
intentando inútilmente que no la invadiera.
Pero la sombra crecía a medida que se acercaban al aeropuerto.
Una forma oscura y temible agazapada en cualquier rincón,
esperándola, acechándola.
Esta vez había subido al coche con ella; otras, aparecía
cuando facturaba el equipaje, y muchas, asaltándola en medio del sopor
producido por las pastillas, cubriéndola de un sudor helado. Incluso alguna
vez, creyendo que por fin había logrado derrotarlo, cuando llegaba al asiento
del avión, él la esperaba con esa risa siniestra que golpeaba su corazón
asustado.
Y se hacía dueño de ella, la traspasaba como si fuera
transparente y permeable, le sugería con aliento letal terroríficas imágenes de
sangre y hierros retorcidos y cada vez que el avión se movía, o escuchaba algún
ruido extraño, sentía aterrorizada como un dedo frío y esquelético trepaba por
su espina dorsal helándole la sangre y los huesos, quitándole el aire del
pecho, ahogándola de pavor, paralizada de miedo.
Unas garras filosas le atenazaban la garganta sin dejar que
el oxígeno bajara a sus pulmones.
Esa tarde volaba con él clavado en sus entrañas como una
sanguijuela hambrienta.
En su angustia se aferraba a los apoyabrazos, con los labios
apretados, intentando alejar todos los fantasmas que bebían de su náusea.
Inmóvil como una muerta.
Las horas transcurrían con lentitud dejándola desolada y tensa,
aun sabiendo que todo estaba bien y que no había peligro.
Sin embargo él se encargaba de hostigar su alma cada vez que
lograba relajarse lo suficiente como para aquietar el latido furioso de su
corazón.
Solo ansiaba llegar de una vez, refugiarse en su coche y
sentirse viva de nuevo.
El avión perdía altura sacudiéndose un poco, vibrando a
medida que se aproximaba a la tierra y ella respiraba agitada esperando el
momento en que anunciaran que podían levantarse de sus asientos y acabar con
esa pesadilla.
Cuando por fin pudo incorporarse su cuerpo aún temblaba, y
respirando hondo, se dio cuenta de que él había desaparecido. Como siempre.
Hasta el próximo vuelo.
Recogió el equipaje y se dirigió a su coche, ligera pero
agotada.
Condujo por la autopista, segura y feliz de volver a casa.
Mientras tanto escucharía algo de música para relajarse, así que desvió la
mirada hacia la radio para buscar la sintonía.
Repentinamente sintió en su mano el conocido tacto viscoso y
frío... era él. Pero, ¿cómo podía ser?
Desconcertada miró hacia los costados y por el retrovisor
buscando lo invisible, sin fijarse en el camión que venía en sentido contrario.
Ninguna respuesta llegó a tiempo, oyó tan solo esa risa
gutural.
Un segundo antes de que su cabeza se estrellara contra el
parabrisas.
Un segundo antes de que lo entendiera todo.
Qué sensación de desasosiego. Has conseguido que creyera que el avión iba a accidentar y como la protagonista he pensado que se habia salvado en este viaje. Pero la muerte no acepta escapatoria. Y tienes sus planes de cómo, cuándo y dónde.
ResponderEliminarHas hecho que sintiera esa sensación de angustia y miedo. Felicidades, lunaroja.
Besos.
Gracias Prozac! Has cogido la idea... ella teme morir en un accidente aéreo, pero el destino está escrito y la muerte nunca llega en la víspera. Ese es el sentido que quería darle. Gracias por sentirlo así. Me alegra haber podido transmitir la sensación de angustia.
EliminarUn beso!
Impactante, mi Luni. Sé de ese temor tuyo si volar y lo has reflejado de manera Muy real... Pero, el último giro de la historia me deja sin palabras y llena de admiración. Te felicito.
ResponderEliminarMil besitos con cariño y feliz día ❤️
Hola! jeje..si, más o menos así he llegado a sentirme alguna vez.
EliminarAhora me "comporto" con más dignidad, ya no necesito medicarme. Pero me alegra haber podido transmitir la sensación real. Me inspiró el haber aterrizado una vez en Buenos Aires, y al ir en coche hacia la casa de mis padres, era tan caótica la velocidad del coche y del tráfico que en ese momento pensé: Tanto miedo allá arriba cuando aquí es mucho más posible que suceda:
Gracias preciosa!
Un beso enorme.
Sensaciones nos produce esas sombras que no las ve nadie solo quien las sufre. Angustias total. Un buen texto Lunita. Besos cielo.
ResponderEliminarGracias Campi,el miedo es así no? A veces lo percibimos solo nosotras,y no hay razonamiento posible.
EliminarUn beso grande!
Ufff, me tuviste en vilo hasta el final ¡Qué fuerte!
ResponderEliminarTienes una mente privilegiada, a mi me es imposible escribir sobre estos temas. Te felicito de corazón.
Saludos.
Qué relato más intenso, me ha gustado mucho. Tiene además hasta moraleja, cuando parece que ha pasado lo peor, llega el verdadero peligro. Es muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un gran relato lleno de intensidad, te deje comentario en tu blog también, un abrazo amiga
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