(Autora: Tracy)
No creo en los fantasmas, como tales, no existen.
Lo que sí existen son todas aquellas emociones que nos
atenazan y perturban nuestra vida, las englobamos bajo el título genérico de: "Mis fantasmas particulares".
Sólo están en nuestra mente y la única manera de acallarlos
es mediante la Conciliación, sentándose
a observarlos y dialogar con ellos para desmontarlos.
Muchas veces he cogido "la silla de pensar" y me he
puesto manos a la obra, una tarea sumamente difícil porque los fantasmas se
encuentran agazapados tras esas emociones de dolor, muerte, soledad, vejez, ataduras...
que nos producen, cuando menos, inquietud.
La última vez el diálogo se desarrolló con más fluidez y "las ataduras" tomaron la palabra para preguntar:
—Parece que nos das poca importancia, ni si quiera para ti
alcanzamos la categoría de ser uno de tus fantasmas...
—Es que yo me siento libre, sin ataduras. Es verdad que la libertad
que tengo me la doy yo, por lo tanto en ella no caben diques de ningún tipo, la libertad se gana es un puro acto de amor y desde el primer
momento que se piensa en ella, ya se tiene.
El diálogo se animó y fue "la vejez" la que tomó la
palabra:
—¿Por qué no me tienes
miedo a mí?
—Porque sólo existen dos posibilidades en la vida, o
envejecer o morir. Prefiero envejecer que morir antes de envejecer, además es
un error el no pensar que el envejecimiento se hace de manera continua e
inapreciable desde el mismo momento que nacemos.
—Ya que habéis hablado de mí —intervino la muerte— Parece que
a mí tampoco me tienes miedo... ¡No me lo puedo creer!
—Pues créetelo. Hablo de la mía propia, mi muerte sólo la
considero como el paso de un lado al otro de la vida, pero he de decirte que
con esta pandemia estoy desarrollando, el temor a dar ese paso en soledad para
evitar el contagio, no llega a ser un fantasma que me acompañe continuamente,
pero no sé... no sé, qué pasará si enfermo.
—Parece que he oído que hablabais de mí —dijo "la
soledad"
—Habló "la Sole", vieja amiga, sabes que hace
tiempo que nos conocemos y a los amigos hay que quererlos y no temerlos.
—Sólo quedo yo, a mí sí que me temes ¿a que sí? —Quien habla
así es "el dolor"
—Sí. "dolor", te temo y mucho. Ante ti me doblego.
—No me tengas miedo, soy un aviso para que sepas que algo va
mal, ayudo a que tu organismo esté en
orden, me aburro de que seas tan anárquica en las comidas o que tengas todo el día la cabeza como una batidora. Si te cuidas, te
garantizo que yo no apareceré.
—Me comprometo a cuidarme y entretener(te)me, pensando en cosas bellas, en vez de pensar en
tus visitas a mi mente.
—No me tengas miedo, soy un buen síntoma para detectar que
algo no funciona y darte tiempo a que lo puedas solucionar.
Y en esas estamos...
Relato perteneciente a la propuesta: "Miedos"
¡Qué bueno! Me ha encantado esa silla de pensar y el diálogo con cada uno de esas cosas susceptibles de ser temidas.
ResponderEliminarMuy original y con mucha sabiduría de fondo.
Besos, Tracy
Una gran tertulia donde cada uno expone su papel y lo defiende. La silla de pensar es necesaria para comprender-Nos.
ResponderEliminarTe felicito.
Mil besitos y feliz día ❤️
Original y no hay mejor forma de enfrentarse a los miedos que dialogar con ellos. Un fuerte abrazo .
ResponderEliminarRealmente original, y que hace reflexionar, eso seguro.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy buen relato Tracy!
ResponderEliminarSorprendente,sin duda!
Un beso!
ah, si. ya te habia comentado en el blog, porque esto me sonsba mucho. me ha ebcantado como haces aparecer todas las causa y las metes en un dialogo genial
ResponderEliminarbesosss tracy
Original y para reflexionar por tantas verdades.
ResponderEliminarSaludos
Qué magnífico diálogo, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.