ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

martes, 2 de abril de 2019

Casa Del Pecado




De todos es sabido que el sábado por la noche es La Noche en La Casa del Pecado.

Esa noche, el ama de la casa, una mujer despampanante de cabello dorado y ojos acerados, estrena vestido, se maquilla únicamente los labios de ese color que promete que la velada va a ser inolvidable y se calza sus tacones más altos.

Esta noche, la tela que cubre su cuerpo es negra y aterciopelada; dibuja un escote en forma de uve que casi llega a su ombligo y se abre en su muslo derecho, dejando al descubierto una de sus piernas. Se adentra en el salón; en el sillón de siempre se encuentra su ansiado acompañante. Se relame al verlo y su boca se hace tan apetecible como una deliciosa manzana roja.

El hombre que la visita es el mismo de todos los sábados por la noche.

Es un caballero bien parecido, de cabello largo recogido en una coleta, ojos verdosos y el rostro perfectamente afeitado. Sus labios, carnosos y contorneados, son de envidiar incluso para las mujeres, y sus pestañas rubias proyectan sombras sobre sus mejillas cunado la ve acercarse.

Ella camina como un gato en su dirección, los tacones repiqueteando.

Él espera pacientemente hasta que se acomoda en el sitio de siempre, en un sillón justo enfrente del suyo. Entonces, sin dejar de mirarla, recoge dos objetos que guardaba en su regazo: se coloca las gafas sobre el pequeño puente de su nariz y acaricia los bordes del libro antes de abrirlo por donde se quedaron la semana pasada.

La mujer no puede evitar que se le escape un gemido cuando le escucha empezar a leer en voz alta; su voz es grave y clara, y en su entonación se hacen notar los años de experiencia. Por esa razón él no se desconcentra y sigue leyendo, durante horas y horas, aclarándose la garganta de vez en cuando con ayuda de una copa de vino que le tiende su anfitriona.

Así, gracias a las noches de los sábados en La Casa del Pecado, se expone a la luz el secreto que yace en el corazón de toda mujer: su deseo por que le lean durante toda la noche una buena novela.


Relato perteneciente a la propuesta "De Revista (Pulp-Art)"



4 comentarios:

  1. Maravilloso encuentro donde varios factores se dan cita para un disfrute diferente e inusual.

    Me ha gustado mucho, bonita.

    Mil besitos que te lleguen y mi felicitación ♥

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    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias, Auro!
      Me llegaron tus besitos, y espero que te lleguen los míos :3

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  2. Se prepara para el placer, que en ese caso es la lectura de un libro.
    Bien contado.
    Besos.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin