ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

lunes, 25 de febrero de 2019

Nostalgia Y Sensualidad




Una tarde primaveral de sábado estaba dando una de esos paseos que tanto me gustan, en aquella ocasión por el barrio de los Cármenes de Madrid, dentro del distrito Latina. Y en esto que vi pasar a una chica que había sido compañera mía en la escuela de Industriales los dos primeros cursos. Luego dejó la carrera, sabia decisión. Me llamaba la atención porque era muy callada y misteriosa... No había cambiado nada, ni en su físico ni en su estilo de vestir. Era alta, con el pelo castaño claro y liso, y pálida de piel. Vestía con sudaderas o suéteres, pantalones largos y deportivas. Arreglarse en exceso no parecía interesarle demasiado, y eso le daba más atractivo.

Me acerqué a ella y le dije: “Perdona, creo que te conozco... ¿Tú ibas a la escuela de Industriales, verdad? ¿Y te llamabas María?”. Tenía cierto temor de que me respondiera fríamente, dado que en su momento no llegué a tener trato con ella -era muy tímido y nunca me atreví a decirle nada-, y además podría ser que ella no quisiera saber nada de aquella época. Pero me dijo muy sonriente: “Sííí, yo soy María, y empecé Industriales, pero era demasiado difícil y me cambié a Económicas. ¿Tú cómo te llamabas?”.

“Pues yo soy Chema, encantado -respondí-. Y recuerdo que coincidíamos en clase en Ampliación de Química y en Métodos Informáticos. Te solías sentar en primera fila, en la parte izquierda”. Y entonces ella exclamó: “¡Qué buena memoria! Lo recuerdas casi mejor que yo misma. Oye, pues yo iba a mi casa, que está aquí al lado, y estos días estoy sola. ¿Por qué no te vienes conmigo y seguimos hablando?”. Me invitaba a subir a su casa, eso sí que era abrir *la caja de Pandora*.

Nos sentamos en un sofá-cama en su habitación, y continuamos hablando de nuestras experiencias en la carrera y en el mundo laboral. En un momento dado empezó a desatarse los cordones de sus deportivas y se las quitó. “Llevo casi todo el día caminando de un lado a otro y ya no aguanto más, ¿sabes? -me explicó riendo-. Hay una canción de Kate Bush que se titula ‘hounds of love’, y en la letra dice «I take my shoes off and throw them in the lake». Y vale, lo que llevo son deportivas para ser exactos, y no las estoy tirando al lago tampoco, ¡pero ya me entiendes!”.

Continuamos hablando como si fuéramos amigos de toda la vida. La conversación derivó a nuestras aficiones, como la lectura y la música. Me enseñó algunos de sus libros y sus CDs, y también algunos DVDs de películas. Y al cabo del rato se quitó los calcetines. “¡No aguanto más, mis pobres pies me piden que les dé el aire!”. Tenía los pies bonitos, grandes ya que ella es alta, y muy limpios, blancos por el dorso y rosados por la planta. Descalzarse así era toda una *provocación*.


La conversación nos llevaba a terrenos cada vez más íntimos. Me habló de algunas de sus experiencias sentimentales, mientras balanceaba sus pies y movía rítmicamente los dedos. Entonces estiró el brazo hacia su mesilla de noche y cogió un cortaúñas. “Hay una punta de la uña del dedo gordo que se me clava”, murmuró mientras se la recortaba. Y tras unos segundos reflexionó: “Si me la recorto por la punta me la tengo que cortar entera para que quede igualada. Y si me corto la uña del dedo gordo derecho, me las tengo que cortar todas. ¡Soy un poco obsesiva-compulsiva y no me gustan las cosas desiguales!”, dijo riendo. Así que se puso a cortarse las uñas de los pies metódicamente. Afanada en la tarea, resultaba extrañamente sexy.

Cuando terminó, me mostró sus uñas perfectamente cortadas. Me pareció admirable su destreza. Yo cuando me las corto me quedan llenas de picos e irregularidades. No pude evitar decirle: “Tienes unos pies preciosos”. Ella respondió: “¡Gracias! Pero oye, a todo esto, ¿qué haces que no te has descalzado aún? ¡Con confianza, como si estuvieras en tu casa! De hecho, algo me dice que no será la última vez que vengas por aquí...”.

Me quité mis zapatos y mis calcetines, y ella aplaudió juguetonamente. “¡Así me gusta! -exclamó-. ¿Nos hacemos cosquillas en los pies?”. Yo acepté el reto, sabiendo que ya no habría quien cerrara la caja de Pandora. Las guerras de cosquillas, se sabe cómo empiezan, pero no se sabe cómo acaban. O quizá, pensándolo bien, sí se sabe...

Allí estuvimos hasta que se puso el sol. Fue una tarde muy sensual y tórrida, y no sería la última. Tal como ella auguraba, volveríamos a visitarnos mutuamente en nuestras casas muchas veces más...


Relato perteneciente a la propuesta "Coloreando Sentires"


6 comentarios:

  1. Me ha encantado, Chema... me ha gustado la naturalidad y esa confianza que poco a poco va dando pie al disfrute del encuentro.

    Jajajaja, me encanta la guerra de cosquillas... nunca se sabe como acaba, es verdad.

    Te felicito, amigo mío.

    Mil besitos que te lleguen y feliz día.

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  2. Qué bueno!!!

    Me ha recordado algo que me ocurrió, cinco años después de terminar la carrera, en las fiestas de Bilbao estaba tomando algo con unas amigas y de repente se acercó un chico y me dijo, perdona tu estudiaste Derecho verdad? le contesté que sí y me dijo yo iba a tu clase (eramos unos doscientos) y siempre me gustaste y mucho y le dije, por qué nunca me dijiste nada? y me dijo, no me atrevía...pero nosotros no acabamos en mi casa y mucho menos acabé cortándome las uñas de los pies delante de él, solo le dije que era una pena que justo se atreviese a hablarme cuando yo acababa de iniciar una relación...

    Me ha encantado el relato, y en algunos momentos me ha hecho sonreír.

    Felicidades Chema.

    Saludos.

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  3. Me encanto tu texto , sencillo , espontáneo y sugerente , nunca se saben como terminan esas cosquillas pero lo mejor que recordaron viejos tiempos que les llevo a una tarde como dices super entretenida.
    Me gusto mucho Chema.
    Un abrazo.

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  4. Espontáneo, real y divertido... y los recuerdos que se avivan es volver a vivir...
    Me encantó.
    Un beso.

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  5. Ameno y divertido relato, con su encanto romantico. Muy original esa forma de comenzar una relación, me gusto eso de: ¿Nos hacemos cosquillas en los pies?”.
    Saludo

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  6. Una historia con final decididamente feliz. Bien contado.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin