ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

domingo, 27 de enero de 2019

El Ritmo Cardiaco...





El viernes 7 de diciembre tenía la tarde libre, por ser el puente de la Inmaculada. Así que un día antes decidí pedir cita con mi médica de cabecera. No dejaba de pensar en ella desde la última vez que fui, y quería comprobar si era tan especial como la recordaba o si no era para tanto.

Además, llevaba en mi bolsa de mano un calendario hecho por mí, para regalárselo. Me preguntaba cuál sería su reacción. Podía desde decirme que los médicos no deben aceptar obsequios hasta darme dos besos. Yo me imaginaba todos los posibles escenarios...

En el ambulatorio había muchísimas personas esperando, con retrasos acumulados de más de una hora respecto a la hora teórica de cita. Los médicos están obligados a atender a un número de pacientes imposible. Mientras esperaba, me leí la mitad de una novela que me había llevado. No sé cómo pude concentrarme en la lectura, porque mi nerviosismo por ver a mi doctora no hacía más que aumentar. Cada vez que abría la puerta de su despacho para pasar lista, se me aceleraba el corazón aún más, si eso era posible.

Por fin llegó mi turno. La excusa que puse para acudir a su consulta fueron unos dolores de cabeza más frecuentes de lo deseable. Me preguntó si tomaba algún analgésico y si me funcionaba, y dado que así era, les restó importancia. Aunque decidió tomarme la tensión. Y, como era de esperar, la tenía altísima. Ella se alarmó un poco, y me indicó que la acompañara a una sala en la planta inferior. Me mandó tumbarme sobre una camilla, y me pidió que estuviera allí un rato y me relajara. “¿Te vas a relajar?”, me dijo en tono cariñoso apretándome la mano.

Por indicación de la doctora, la enfermera entraba de vez en cuando en la sala donde me encontraba, y me tomaba de nuevo la tensión. Así estuve durante más de una hora. Y si lo sumamos al tiempo que habían tardado en llamarme, me dieron las ocho de la tarde. Lo que más me inquietaba es que en mi casa estarían preocupados, ya que no les había dicho que iba al ambulatorio.

Por fin bajó la doctora, y me dio permiso para marcharme a casa. Nuevamente me tranquilizó respecto a los dolores de cabeza, achacándolos a causas nerviosas. Y entonces, una vez que la visita médica había concluido, saqué de mi bolsa el calendario y se lo di. “Un detalle para ti, que eres muy buena doctora”, balbucí. Entonces ella se puso muy contenta, lo abrió y se puso a mirar cada una de las hojas mientras repetía “qué bonito, qué bonito...!”. Y me dio dos besos. Me dijo que lo pondría en su consulta y que allí lo vería la próxima vez que fuera.

Continuará...



Relato perteneciente a la propuesta "Del Cielo Y La Tierra"



3 comentarios:

  1. Me gusto ese ritmo cardíaco ..y sobre todo la proporcionalidad..
    Un abrazo

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  2. Chema, tú eres puro latido y allá donde vayas siempre dejas ecos de tu ser.
    Te leo y me recuerdo algo... qué bonito, gracias.

    Mil besitos que te lleguen y feliz noche, amigo mío.

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  3. Para latido el tuyo :- )Chema. Siempre es un gusto leer tus historias.
    Si encuentro la entrada en tu blog, voy ahí, si no, aquí latimos.
    Un beso enorme.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin