ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

domingo, 30 de septiembre de 2018

Lluvia De Estrellas



Quería ver un delfín. Los había visto tanto en la televisión que no descansó hasta que su novio finalmente la llevó en el velero a un paseo con la esperanza de que por fin pudiera ver a aquellos simpáticos animales. Leo jamás le dijo que por aquella zona era muy difícil que viera a uno, pero tampoco quería matar su entusiasmo de aquella manera y con la belleza del mar y lo que él había preparado para aquella velada romántica, estaba seguro que no ver a los delfines iba a ser lo de menos. Ese día, había una lluvia de estrellas y si aún los animales no aparecían, tendría un as bajo la manga para hacer de esa noche, una velada increíble.

Amira se acercó a la barandilla con entusiasmo mirando el mar. El viento ondeaba su cabello y el olor del agua salada impregnaba sus fosas nasales. Aun le parecía increíble la idea de salir así tan sólo por un capricho de ella, pero no se arrepentía de nada.

El velero se detuvo. Leo marcó las coordenadas en el mapa, si había algún avistamiento de delfines por la costa sería justo por ahí o al menos, eso esperaban los dos. Al detener el velero, descorchó una botella de vino y se acercó a ella por la espalda dejándole la copa en la mano dándole un beso en el cuello. Amira sonrió y se dejó rodear por sus brazos. Aquel paisaje era maravilloso, estaban solos, había un precioso atardecer de ensueño, en medio del agua sin que nadie los molestara.

Y sin embargo, algo los molestó. Un silbido los hizo mirar hacia abajo y de pronto, vieron emerger un hocico largo. Al asomarse a mirar, encontrar a aquel simpático cetáceo en frente suyo. El mismo emergió dejando la mitad de su cuerpo fuera y luego, saltó, salpicándolos con el agua. Un momento más transcurrió antes de que se acercara a ellos y abriera el hocico, dejando ver una brújula en el interior de éste.

Amira, entusiasmada como estaba, miró a su novio y luego, estiró la mano tomando el objeto del animal y tras eso, éste se hundió en el agua y no volvió a aparecer. El objeto era una antigüedad. Estaba impecable a pesar de que parecía tener mucho tiempo por lo amarillento del fondo de la brújula, sin embargo, la cubierta estaba impecable y estaban casi seguros que era de oro.

Con ese precioso regalo encima, podían decir que tenían una noche mucho más que mágica y cerrar con broche de oro, literalmente.

Leo buscó su celular y puso algo de música para ambientar que aún quedaba mucha noche con ellos. Al voltear, no vio a Amira en la cubierta. Si quería jugar un poco con él antes de pasar a ligas mayores, con gusto lo haría. Sin embargo, se detuvo al sentirse amarrado por la espalda. Sus manos quedaron atadas con una cuerda y pronto, su cuello se vio exactamente de la misma manera. Amira apretó el nudo alrededor del cuello hasta que la piel se puso morada y el aire escaseó, cayendo al suelo por la hipoxia. Con paso lento, lo arrastró y lo tiró por la borda, dejando que el agua hiciera lo suyo y se ahogara.

Amira miró la brújula y sonrió. Ese objeto poseía el espíritu de una mujer, aprovechando el cuerpo de Amira para poder cobrar su venganza, aquella que consistía en matar al hombre que la había asesinado, de la misma manera que ella. Pero no iba a quedar así nomás. Guardó la brújula en el bolsillo y Amira saltó al agua, sumergiéndose hasta que se hundió por completo y no volvió a salir.
Ahora, se había cobrado todo, había matado a su amante y a la mujer con la que la engañaba, quedando sólo la brújula flotando en el agua… y un delfín que la tomaría de nuevo y volvería a nadar hasta el próximo contacto humano mientras la lluvia de estrellas coronaba aquella escena con gran belleza.


Relato perteneciente a la propuesta "Mar, O Montaña"



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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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