ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

sábado, 30 de junio de 2018



"El extraño caballero"


Y allí estaba Sara, en medio de la noche, con los nervios a flor de piel y las manos temblando mientras llamaba a la puerta, esperando se abriera, para encontrarse con aquel caballero tan extraño que la tenía hipnotizada desde hacía tiempo.

Sara se había puesto para esa ocasión tan especial, un vestido negro, bastante escotado y muy ceñido al cuerpo, llevaba unos zapatos de tacón de aguja, y el pelo negro como el azabache, lo llevaba suelto entre rizos, estaba realmente tan atractiva como nerviosa por conocerlo.

Y pasaron unos segundos como si fueran minutos, pensaba era extraño no abrieran la puerta al momento, parecía que no había nadie. Sara miró al cielo y vió que estaba precioso iluminado de estrellas y la luna parecía la sonreía.

En ese momento se abrió la puerta, y los ojos de Sara se quedaron clavados a los de aquel caballero que la miraban perplejos fijamente, nunca una mirada la había penetrado tanto hasta llegar a estremecer todo su cuerpo encharcando su sexo.

- ¡Hola! ¡Buenas noches! me alegra hayas aceptado mi invitación. Me llamo Javier ¿cual es tu nombre? alegó el extraño caballero dándole un suave beso en la mejilla rozando sus labios.

Ella perpleja entre tímidas sonrisas se dejó besar y le dijo:

- ¡Buenas noches! Me llamo Sara. ¡Claro! como no aceptar tu invitación si tenía ganas de conocerte.

El caballero le mandó pasar directamente a su estudio, y sin más dilaciones la dijo si quería posar para él:

- Soy pintor y quiero que seas mi musa para uno de mis lienzos.

Sara se quedó anonadada porque no esperaba que un caballero como él fuera pintor, y mucho menos que ella pudiera ser musa de sus acuarelas para un lienzo, por lo que, tímidamente y titubeando le respondió:

- ¡Oh... sí... sí! estaré encantada de ser tu musa.

- ¡Perfecto! exclamó él, pues entonces no perdamos el tiempo ni un minuto, quiero que poses para mí esta noche.

Ella aún más sorprendida le dijo:

- ¿Ahora? ¿Ya? ¡vale! como quieras, estoy ilusionada de poder ser la vena de tu pintura.

- Quiero que poses desnuda para mí- dijo atrevidamente Javier.

Sara, tragando saliva, desde su inocente timidez, no lo pensó ni un segundo más y comenzó a desnudarse de manera sensual, como así era ella.

Y así fue como comenzó la sesión de pintura, el culto al paisaje hermoso de su cuerpo, cincelándole entre matices que iba descubriendo con ella, al compás de sus latidos, traspasando su piel, con la música de fondo y el eco de las sombras del silencio que acompañaban a dicha sesión de pintura, mientras las acuarelas ardían en deseo y la piel de Sara de fuego.

Así es como Javier, fue delineando aquel esbelto paraíso, pintando en su lienzo el cuerpo sensual de Sara, y a la vez, lo iba idolatrando como una obra divina.

Porque lo que Sara desconocía es que no solo ella venía observando a aquel extraño caballero, sino que, desde hacía tiempo era él quién venía espiándole a ella, contemplando desde el oculto silencio de sus días, su belleza, así como cada uno de sus pasos, de sus gestos, que le tenían cautivado.

El extraño frívolo caballero, que así era considerado ante las miradas desconocidas, demostró ser todo lo contrario, uno de los hombres más sensibles de la tierra, quién por fin vio cumplido uno de sus sueños, adorar y acariciar a su musa desde sus pinturas.

Relato perteneciente a la propuesta "Entra"










En la biblioteca de los sueños,
tu aliento salpicas,
me muerdes los labios,
me bebo tus suspiros,
zambulléndose ​tu​ lengua
al paraíso de ​mi​ garganta.

Esencia​ húmeda​ latida
del verbo que me ​penetra
desde la prosa​ vertical​
hasta el verso que me delira.

Y mientras la escena se graba
con la cámara de fotos
me voy pintando la boca de rojo
con la barra de carmín apasionada,
deletreando tu nombre que me sabe
a​l placer del pecado.

©María Dorada

Poema perteneciente a la propuesta "Silencio, Se Rueda"










CON LA MOTO A LA DERIVA


Verónica era una joven demasiado liberal y rebelde, le encantaba ir contracorriente, porque le gustaba vivir la vida a su manera. Una de las muchas aficiones que tenía, además del sexo, era conducir su moto, le encantaba volar con ella, era feliz perdiéndose por la carretera, o por entre las rutas que conducían a las praderas.

Aquel día la moto se le había estropeado dejándola tirada en medio de un camino. Al cabo de un rato una furgoneta se detuvo. De dentro salió un joven de aspecto bastante atractivo que estaba dispuesto a ayudarla.

- Hola, me llamo Raúl, parece que se te ha estropeado la moto, no te preocupes que yo te ayudaré, ¿ves aquel caserón allá en el horizonte? pues allí vivo yo, vamos allá que tengo las herramientas necesarias para ayudarte, le dijo el joven.
- Muchas gracias, yo me llamo Verónica. Te agradezco tu ayuda.

Entre ambos metieron la moto en la furgoneta, se subieron al vehículo, y se dirigieron al caserón.

Raúl abrió con la llave la puerta del garaje, y al entrar ambos, Verónica, observó, que en aquel lugar había, entre otras cosas, un antifaz, unas esposas, una vela, y hasta un revólver, y entonces, al ver esto último es cuando ella se puso algo nerviosa, mordiendo todo el tiempo la cruz que le colgaba del cuello.

- ¿Estás nerviosa? Le preguntó Raúl.
- Un poco sí, porque estará mi madre preocupada al ver que tardo en llegar, dijo Verónica.
- Si quieres puedes llamar a tu madre, ahí tienes el teléfono- le dijo él.
- Sucede que... ¡¡uffff!!! no... no es eso... es que en realidad es una excusa que he puesto, no estoy nerviosa por eso, sino porque me atraes, estoy excitada y me encantaría follar como una salvaje contigo- le dijo descaradamente ella.

Él se quedó mudo al oír aquellas palabras, porque no se lo esperaba, ya que únicamente habían ido allí a arreglar la moto, nada más. Pero Raúl se sintió tentado y seducido por ella al escuchar aquellas palabras. Y en aquel momento, allí mismo, le arrancó la camiseta dejando entrever sus esbeltos pechos. Y como un animal hambriento de deseo, comenzó a lamer y succionar con ganas sus pezones, comiéndose sus pechos como si de un niño goloso se tratara al chupar con ganas una dulce piruleta.
Verónica, en esos momentos, le tocó la bragueta del pantalón, y al notar que sobresalía su abultado pene, le desabrochó la cremallera, agarrando con fuerza su miembro al sentirlo tan duro como una piedra, le dijo:

- Mmmm estoy chorreando por entre las bragas como una puta, algo que nunca me había sucedido con nadie, quiero comer tu polla como una loba hambrienta.

Ella cogió las esposas y le ató, él se dejó hacer como si fuera un muñeco, y Verónica se puso el antifaz en los ojos y encendió la vela. Y con su boca lasciva babeando viciosa saliva derretida, con su afilada lengua, comenzó a mamar el miembro de Raúl tragando la dureza de su hombría, hasta lo más profundo de su garganta, follándole con su lujuriosa boca, engullendo su erección hasta las entrañas, mientras que él jadeando, se escurría en placeres en la bañera de su boca, entre aguas y espumas blancas.

Para Verónica aquella fue una nueva experiencia de lo más placentera, y es que para ella "El propósito de la vida es vivirla, disfrutar de la experiencia al extremo, extender la mano con impaciencia y sin miedo a vivir experiencias más nuevas y más enriquecedoras" Eleanor Roosevelt. (Escritora y política estadounidense. 1884-1962)
©María Dorada

Relato perteneciente a la propuesta "Citas Y Sueños"










GULA

De tus labios color fresa,
ondulantes y carnosos,
pecaminosos y embravecidos,
hambrientos de gula,
dispuestos a devorar
el manjar de la carne erecta
del detective que investiga
los actos que te llevan a la locura,
divina avaricia desahogando tu ira.

No hay pereza en tus hechos,
ahora bruja eres hechicera tragando
el jugo de mi sonrisa lasciva
envenenando la sangre de mis arterias,
atando la cuerda de mi cordura,
la mejor enfermera del placer
inyectándome la savia divina
con la jeringuilla que me da la vida,
hasta extenuarme en la debilidad del gozo.

Tu lengua chófer conduciendo con soberbia
la curvatura de mi esbelta figura,
stop parada obligada en el canal de mis pechos,
para ser látigo de mis perladas areolas,
no hay envidia cuando la lujuria se desata,
solo lascivia de los hechos que se desencadenan,
cortando con las tijeras los prejuicios de monja
desbordándose licuados por el centro de mis muslos
encharcándose la media negra de seda.
©María Dorada

Poema perteneciente a la propuesta "Pasad, Pecadores"










ATRAPASUEÑOS

Atrapada entre la almohada y las sábanas,
se viste la noche de magia perlada
desde la inocencia de mis sueños,
rodando por las calles entre patines e ilusiones,
sin miedo a caer de bruces voy patinando por la vida,
y creciendo entre locuras maravillosas

Montada en mi moto por direcciones desconocidas,
viajando ilusionada hacia ninguna parte,
desde la libertad de descubrir el mundo,
algunas veces estrellándome contra la pared de la pesadilla,
otras veces reflejando en el espejo
ese beso eterno marcado en mis labios.

Y me mezo en el columpio del recuerdo,
abrazada a mi osito de peluche,
dulcemente acurrucadita,
protegiéndome de la oscuridad de mis miedos,
se enciende la luz del farolillo,
iluminando la capa blanca de mi piel sedosa.

©María Dorada

Poema perteneciente a la propuesta "Atrapasueños"










Me empujaste a la deriva,
cayendo en tu rendición,
desde el trabajo de la oficina,
a la cárcel de tu tentación,
perdiéndome en tu pasión,
acelerando mi corazón.

Y tus labios sedientos,
se perdían entre mi cuerpo,
amarrándome con los barrotes
de la alcoba de tu boca,
robándome la inocencia,
entregándote la lluvia de mi sexo.

Y yo al abrigo de tus brazos,
desnuda ante ti,
y tú cosiéndome con tus manos
caricias en mi piel,
y yo prisionera en tu paraíso,
suplicándote no me castigues más...

¡Hagámoslo!
ya no hay marcha atrás...

©María Dorada

Poema perteneciente a la propuesta "Tentación (es)"


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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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