(Autroa: ©Nuria de Espinosa)
Esperaba en silencio que un relámpago la iluminase. La vejez,
había invadido las ramas, las raíces de su alma, junto a las arrugas y la
decadencia que aparecían impasibles con el paso del tiempo. Hubo un día en que
fue una flor hermosa, y su penetrante aroma acariciaba los sentidos, pero el
olvido impregnó sus bellas hojas, y hoy el polvo en sus tallos reposa. Los
recuerdos de su época de juventud, la sumergieron en una lenta melancolía, y su
memoria, cómo una presencia marchita, era el resquicio de su triste soledad.
La luz de una vela blanca, iluminó las sombras de su
habitación, con una suave oscilación, donde parecía que se había detenido el
tiempo. Deseó con todas sus fuerzas volver a vivir aquel instante de su
juventud; el de su primer beso, la sensación qué sintió y el fuego que la
invadió. Por un momento se ruborizó, y pensó que su mente le jugaba malas
pasadas. Colores rosados y verdes resplandecieron en los albores de su ocaso, y
una señal renació en su interior, despertando instintos en su cansado corazón.
Ahora, la vejez le parecía un juego de seducción; pero una sonrisa albergó su
resignación, y a pesar de que sus párpados se volvieron pesados, todo fue un
deseo que se le escapó entre las manos.
(Relato
perteneciente a la propuesta de Variétés: “Deseos”)
Ternura, en la etapa que más se necesita.
ResponderEliminarUn buen reto Nuria🙋✨😘
Gracias Campirela, un abrazo
EliminarConmovedor...
ResponderEliminarUN relato sensible y tierno, que me emocionó mucho.
Precioso!
Reto más que conseguido!
Besos!
Gracias Luna, me alegra que te guste. Un abrazo
EliminarUn relato extraordinario el tuyo. Me gusta mucho tu blog, Nuria. Encuentro y leo en él cosas muy interesantes, seguiré explorando. Te felicito. Un abrazo. Mari Carmen Caballero Álvarez.
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