ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

domingo, 3 de julio de 2022

Lunática

 

UN RETO: UNA IMAGEN
 
(Autora: ©Campirela)
 
Aquel verano fue especial por muchas cosas, entre ellas descubrí que las personas no son lo que parecen a primera vista, así fue como conocí a Lilit.
Cada tarde, cuando el calor más apretaba, ella estaba en la calle con su vestido y zapatillas de bailarina, la primera que vez que la vi me dije asomada a la ventana, vaya chiflada que nos ha venido a visitar este año al pueblo, bajé la persiana y seguí con mi lectura, una novela de misterio que me erizaba la piel.
Cuando se levantó mi madre de la siesta, lo primero que le pregunté fue si ella conocía a esa mujer que desde hacía una semana veía a la hora de la siesta salir con ese vestido a cazar mariposas.
—A ver Elisa, esa mujer como tú le dices tiene un nombre y no hay que hablar con ese tono de alguien a quien no se conoce.
—Ya mamá, si yo no lo digo de malas, solo que me parece que no anda bien de la cabeza, a esas horas de más calor salir con esas vestimentas a la calle, creo que muy bien no está.
—Hija mía, no sé los motivos de su delirio, lo único que te puedo contar, es que hace años, cuando tenía tu misma edad, algo le ocurrió en el río y desde entonces, es como si estuviera ausente en su vida cotidiana.
—¿Y qué fue lo que le pasó?
—Supongo que cayó al río desde una rama y su cabeza chocó con una piedra, cuando la sacaron pensaban que estaba muerta, pero por suerte no fue así. Desde entonces es como que se quedó en esa edad, aunque la vida siguió su curso.
La explicación que le dio su madre le cambió el concepto de Lilit, hasta por un momento le cogió cariño sin haber cruzado dos palabras con ella.
Pasó una semana y como cada tarde a la misma hora allí estaba con su cazamariposas, corriendo como una descosida tras las bellas mariposas, pareciera que tuvieran cita cada día con ella en el mismo lugar.
Aquella tarde me armé de valor y decidí salir a la calle y hablar con ella, no sabía su reacción, pero había que intentarlo.
—¡Hola, me llamo Elisa!, cada tarde te veo correr tras las mariposas, ¿me dejas jugar contigo?
Lilit se paró en seco y con ojos vivos y alegres, le hizo un gesto con la mano de que la siguiera.
Desde la ventana de su casa, su madre observaba la escena, le conmovió la sensibilidad de ver cómo dos personas desconocidas iban a forjar una verdadera amistad.
Ese verano descubrió algo importante, nunca debes juzgar a las personas por su apariencia, y mucho menos hacer juicios preliminares.
Cogidas de la mano se fueron hacia el río, allí Lilit le contó a su modo con su media lengua de trapo que de una rama se cayó y, desde entonces, su mente se quedó varada en ese lugar y en esa edad, a pesar de haber pasado más de veinte años.
Ese verano fue el más divertido que recuerdo de mis años adolescentes, Lilit fue una buena amiga con ella, la magia estaba servida, le contaba despacio sus sueños y no le importaba que el pueblo le llamara la Lunática, pues ella era bien amiga de la luna y sabía muchos de sus secretos, así fue como le confesó cómo hacía para que cada tarde las mariposas fueran al mismo paraje... Eso es un secreto que por ley debo guardar.
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta trimestral de “Variétés”)


3 comentarios:

  1. Gracias Ginebra, un bonito verano . Beoss muchos!!

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  2. ¡Nunca hay que juzgar por las apariencias! Estoy segura de que la protagonista vivió un mágico verano.
    Un besazo para ambas <3

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  3. Lindo post, donde la smariposoas nos enseñan qué de trampas puede tener la realidad.

    Un abrazo a ambas

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin