ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

martes, 20 de noviembre de 2018

Evidente: La llamada


El móvil vibró sobre la mesita de noche.

—Tienes que hacerlo por mí. Estoy desesperada…
—Pero, ¿tú crees que eso es normal y lógico? Me parece una auténtica estupidez. Me pides que camele a tu chico… ¡pero si es mi amigo! Si le digo de quedar no tengas la menor duda de que va a aceptar; y si tonteo… me va a decir que estoy tonta y que me dé tres vueltas.
—Estoy segura de que me engaña…
—¿Y quieres salir de dudas poniendo en juego la relación entre los tres? ¿Crees que me voy a ofrecer a ese juego? Estás muy equivocada, Bea. ¿Pretendes que lo incite, lo caliente… y diga sí y así tú le plantas cara? ¿En qué lugar quedo yo?
—A mí me lo niega y negará... y estoy segura… de que miente.
—No puedo aceptar ser cómplice de semejante tontería, la verdad.
—Por favor… Somos amigas.
—Los tres somos amigos… Este juego no me gusta. No puedo participar, lo siento.
—Yo te he ayudado con tus líos… ¿o te gustaría que Pablo supiera de tus jueguecitos? —dijo Bea pareciendo compungida al tiempo que altanera.
—¿Me estás amenazando? ¿Ese es el as que guardas en la manga? ¿Me estás chantajeando? —Myriam se puso seria—. No te lo voy a permitir.
—Debes comprender…
—¡No! Quien debe serenarse y meditar eres tú. Mira, ahora no es buen momento. Y hablaremos… —Y colgó.

Se produjo un silencio en el que Myriam respiró profundamente. Levantó la vista y observó a Pablo que le animó a contar con un gesto.

—Bea… quiere contarte todos nuestros jueguecitos… —explicó con media sonrisa, mirando a su pareja. Prosiguió dirigiendo la mirada a su amigo —y quiere, también, que te camele para confirmar que la engañas.
—Ya hablaré con ella y nada que no arreglen un par de nalgadas… —Le guiñó un ojo—. Ahora soy todo tuyo, mi reina —aseguró insinuante mientras, en un susurro, su boca resbalaba por el cuello femenino.
—Y tú… toda mía, princesa —ronroneó su pareja, al tiempo que su mano se perdía entre los muslos de la chica y su boca se abría para acoger el vértice sonrosado que palpitaba erecto como una provocación sobre el pecho.


Relato perteneciente a la propuesta: "La llamada"



4 comentarios:

  1. Ohh..una buena jugada en toda regla ..me sorprendió el final ....
    Un abrazo .

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  2. Wowowowowowowowowo... nunca dejas de sorprenderme... eres indiscutiblemente la número uno en este tipo de relatos... un aplauso y ovación más que merecida!!!

    Besisssssssssssssssssssssssss!

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  3. Hola, Mag
    Que maravilla, me encanto ese chantaje, que al final y bueno llegaron a un arreglo y todos felices.
    Un abrazo!

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  4. Jajaj gracias por comentarme.
    El mejor juego es a tres bandas. A veces, el cazador es el último en enterarse.
    Besos.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin