ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

miércoles, 31 de enero de 2024

Un nuevo mundo

 

(Autor: ©Chema)

(Chie Yoshii)

 
Estaba dando un vistazo a las últimas novedades de Facebook, y vi una noticia compartida por mi amiga Alicia. El titular decía así: “Un zorro paseaba por la zona alta de Barcelona”.

Las noticias que nos dan cada día los medios de comunicación, no tienen nada de gracioso. Ojalá viviéramos en un mundo en el que todas las noticias fueran como la del zorro paseando por la ciudad. Si yo tuviera algún poder para cambiar el mundo, así es como lo enfocaría.

Entonces me acordé del último reto propuesto por Ginebra, y como tenía un rato por delante y me sentía inspirado, empecé a escribir:


Alicia vivía en un bajo, en el madrileño barrio de Aluche.  Regresaba del trabajo, y se disponía a merendar un milhojas de merengue que había comprado en una pastelería. Mientras abría la puerta de su casa, notó algo entre sus piernas… ¡era un zorro!

Ella era muy amiga de los animales. Pensó que tal vez el zorro tenía hambre, así que le dio a probar el milhojas. El zorro lo olisqueó y le dio un lametón, un poco dubitativo. Pero notó que le gustaba, y continuó comiendo. Alicia le dijo: “¡Venga, goloso, todo para ti! No te preocupes por mí, ya merendaré café con galletas”.

El zorro se encontraba satisfecho, pero se había puesto perdido de merengue, así que fue a lavarse al río Manzanares. La gente le observaba con curiosidad, y muchos le sacaban fotos con el móvil. Pronto este simpático cánido sería famoso en las redes sociales.

Al día siguiente, Alicia compró en la pastelería un ponche segoviano. Si no se lo comía ella, se lo comería su nuevo amigo, pensó. Y así era, el zorro la estaba esperando en su portal. Ella le dio a probar el pastel, y le gustó incluso más que el milhojas.

Alicia le dijo riendo: “¡Cómo zampas, chico! Éste es un pastel de ponche segoviano. Te gusta, ¿eh? ¡No sabes tú nada!”.

El zorro se quedó pensativo. “¿Ponche segoviano? Esto quiere decir que en Segovia tendrán muchos más de éstos”. Así que se puso a trotar en dirección noroeste, hacia la ciudad castellana. Para llegar antes, podía atajar por el puerto de Navacerrada. Aunque estuviera nevado, eso no era un obstáculo para un zorro curtido.


Cuando me encontraba en ese punto del relato, oí unos golpes en la puerta. Me acerqué con precaución a la puerta, puse el ojo en la mirilla y no vi a nadie. Abrí despacio, y ¿adivináis qué encontré a la altura de mis piernas?

Pues sí, un zorro, y al mover el rabo golpeaba la puerta, de ahí los sonidos percusivos que oía. Esto también pasaba con los perros en el pueblo. Sólo que no estábamos en el pueblo, sino en la ciudad; y no era un perro, sino un zorro.

Ya dicen que hay que tener cuidado con lo que se desea. Pero si en el mundo dejaba de haber guerras y crímenes, mientras que lo más noticiable empezaban a ser los zorros paseando por las ciudades y robando pasteles, me daba por contento.

 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Un nuevo mundo”)

1 comentario:

  1. Chema, te has salido de imaginación e ingenio, Te felicito.
    Están llamando a la puerta como sea el zorro, me da un perreque. Un besazo amigo.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin