ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Un Sueño Placentero

 

(Autora: ©Campirela)

(Ilustración - Francine Van Hove)

 
Aquella tarde, mientras todos en casa dormían la siesta, salí a tomar un poco el sol mientras leía mi novela, me tenía sofocada, pues no solo era el calor del verano, sino la trama que dentro de esas páginas había —cómo me acordé de mi amiga, fue traviesa al recomendármela —me propuse terminarla en esa semana, tenía ganas de comentarlo y echarnos unas cuantas risas.
 
Me tumbé en mi banco preferido, en el rincón donde las ventanas de las habitaciones no daban y me puse crema en la piel, pues a esa hora solía hacer topless, y qué mejor manera que untarme de crema solar para proteger mis delicados senos.
 
Abrí mi novela, por donde la había dejado la tarde anterior, enseguida entré en la conversación de los personajes.
 
—Albert, quiero otra vez tus besos y que me lleves a ese mundo que acabo de descubrir entre tus brazos.
 
—Cariño, como sigamos a este ritmo nos vamos a deshidratar, eres puro fuego, jamás te pensé tan ardiente.
 
Estos hombres son la leche, si eres una mujer ardiente se quejan y si no también, ains madre, Albert, espabila que a este paso te deja por otro más fogoso ja, ja, ja. Esas conjeturas las hacía en voz baja, pero es que me metía tanto en la trama que lo vivía como si me fuera la vida en ello.
 
El sol de las cuatro de la tarde pega tanto que me venció el sueño...
 
«Allí estaba yo semidesnuda, con mis pechos al aire, él venía hacia mí babeando, no podía ser, era Albert, se abalanzó como lobo hambriento hacia mis pechos, los succionó de tal modo que el dolor se convirtió en placer y este en un corto, pero intenso orgasmo.
 
Seguía allí tumbado junto a mí, con sus manos navegando por todo mi cuerpo que le ofrecía un pase libre, mis ojos estaban entrecerrados, suspirando, gimiendo, disfrutado de esas manos, acariciándome, bajo el short sus dedos largos y delgados entraron en contacto con mi parte íntima, sentía como mis piernas se aflojaban y le dejaban paso.
 
Al llegar esas yemas a mis labios de fuego, de repente oí a lo lejos cómo mi hermana pequeña me llamaba»
 
—¡Tata, tata, despierta, te estás quemando todo el pecho!
Asustada di un brinco, tenía toda la marca del libro sobre mi torso, un poco más y las letras se me graban como un tatuaje.
 
Al levantarme me di cuenta de que mi pantalón corto estaba mojado, mi hermana se rió y, con mucha guasa, me dijo:
 
—Tata, estás mayor el pis, ya no le aguantas ja, ja ja.
 
Subí a mi cuarto y me di una buena ducha y algo más, pues mi sueño había despertado algo descabellado en mí, era mi primer contacto conmigo misma...
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Descabellado”)

5 comentarios:

  1. Gracias siempre Ginebra es un placer participar en tus convocatorias nos llenas de imaginación y sobre todo ilusión . Besos preciosa muakkk.

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    1. El placer siempre mío por contar con vuestra hermosa pluma y, sobre todo, con vuestra maravillosa compañía y el bonito ser que hay tras ella... 😊

      Bsoss enormes, y muy feliz mes, preciosa 💙

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  2. Hay Campirella porque te despertaron....

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  3. 😯
    😊

    Buen relato.
    Campirela... Ginebra... un gusto.
    Que sea un bello sábado 🏞

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  4. Un relato con sobresalto.
    Me gustó. Besos.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin