ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

jueves, 31 de marzo de 2022

Ese Monstruo


(Autora: ©Susana)

La codicia y el poder alimentan tu odio.


Y de repente, me despertó el estruendo terrible que escuché casi al lado de mi cama. No entendía mucho lo que estaba pasando. No entendía mucho de nada porque era muy pequeño. Por aquellos días los hombres odiaban y odiaban tanto que se enfrentaban en algo que llamaban “Guerra”. Después de esa noche supe cuál era exactamente el significado de esa palabra a la que mis abuelos, que sí la conocían, le temían.
 
     Corrí a la habitación de mis padres que ya estaban levantados mirando a través de su ventana. Mamá lloraba mucho y papá la abrazaba. Escuché decirle: “Ya comenzó”
 
     Cuando me vieron me tiraron los brazos, e hicimos un abrazo todos juntos que nos gustaba mucho. Pasaría mucho tiempo para volver a hacerlo y yo no lo sabía. Ninguno de los tres lo sabía.
 
     Nos cambiamos rápido, tomamos algunas cosas que parecían importantes para ellos. Pusimos lo que pudimos adentro de las mochilas y salimos a la calle. Todo era un caos. Mi madre me tenía muy fuerte tomado de la mano. Caminamos bastante hasta que llegamos al subte. Allí bajamos y ya había muchas familias esperando. Todos estaban muy asustados. Yo no entendía por qué.
 
     Escuchábamos la sirena sonar constantemente. Gente que corría en la calle y bajaba donde nosotros estábamos llorando, muchos desesperados. Me fui dando cuenta que íbamos a estar allí por un largo tiempo. Comenzaron a hablar de él. Yo no lo conocía pero me decían que era un hombre malvado que lo único que le importaba era ganar. “La codicia y el poder alimentan tu odio” Eso decía mi padre. Le hablaba a ese hombre del que todos temían. Mi padre repetía y repetía esto una y otra vez. Las secuelas de ese tiempo están marcadas para siempre en mi mente, en mi alma. Mi padre se fue a pelear. Decía que no los dejaría ganar. Ganar, perder. Hoy hombre me doy cuenta de que nadie gana en una guerra y que todos perdemos. Hoy entiendo qué significaba lo que mi padre repetía.
 
     Hoy en esta tierra lejos de la mía, miro a distancia aquellos días y siento dolor, impotencia y mucha soledad. Aquella guerra me quitó lo que más amaba, a mis padres. Este país me recibió y me regaló el milagro de la vida de mis hijos. Por eso agradezco la solidaridad, la generosidad que se anteponen a aquel odio desmedido y ruego que nunca tenga que volver a pasar por lo mismo. Por eso educo a los míos en el amor y el respeto por la vida del otro.
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta: “Odio”)


3 comentarios:

  1. Una buena enseñanza, el odio solo trae malos augurios, y a veces es mejor olvidar aunque sé que cuesta mucho cuando te han hecho tanto daño. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Tremendo relatazo! Me ha emocionado!
    Felicitaciones!

    ResponderEliminar
  3. Nunca comprenderemos una guerra, no es buena para nadie, pero hay quien gana mucho con ella. ¡Me encanto!
    Un saludo.

    ResponderEliminar

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin