ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

domingo, 31 de enero de 2021

Luces

 

(Autora: ©Cecy)

No conocía más allá de la isla donde había nacido, no sabía qué había detrás de esa inmensa masa de agua, salada, que lo cubría todo y limitaba con el cielo. A veces sentía agobio de esa cárcel natural, que hubo un tiempo en que fue tan feliz, y ahora, cada día la enfrentaba a la tragedia que su abuela le confesó en su lecho de muerte.
 
Habían llegado con sus padres, su abuela y otras familias, cuando pudieron escapar de las guerras bacteriológicas que se habían esparcido por todo el planeta, su padre alcanzado por el virus partió unos días después de haber llegado, y su madre dándole la vida.
 
No se explicaron qué protección guardaba esa isla que la llamaron “luces de vida”, que pudieron sobrevivir todos estos años. Su nona con tanto amor y en la soledad de los pocos que eran. Tan aguerridos para luchar por mejorar y cuidar la especie.
 
En la triste soledad de una noche su abuela se le apareció en sueños, y despertó repitiendo las palabras que le regaló, esas palabras que le cambiaría la perspectiva “hay una energía muscular en la luz solar que corresponde a la energía espiritual del viento” y así siguió ese día, repitiéndolas una y otra vez.
 
Esa tarde caminaba por la playa, cuando vio a su amigo reparando la embarcación que había estado anclada por los años que ellos portaban, se acercó a pasitos lentos, pero decisivos. Y se sentó en silencio a contemplarlo. Sintió el sol en su cuerpo y el viento al mismo tiempo refrescándola.
 
Fue en ese instante, que él tomó su mano, caminaron alrededor de la embarcación, después de un rato en silencio, ella le dijo: "las velas son el espíritu de esta embarcación", él, la miró con adoración y le dijo: "nuestra embarcación, nos llevará a recorrer nuestro camino", el camino de la experiencia, que nos llevará más sabios a casa.
 
Ella se sintió emerger de la esclavitud a la libertad, mientras las palabras de su abuela se hicieron luz.
 


*Hay una energía muscular en la luz solar que corresponde a la energía espiritual del viento. “Annie Dillard”

(Relato perteneciente a la propuesta: "Luces")


3 comentarios:

  1. Que romántica historia, el amor es esa luz que ilumina nuestra alma. Besos.

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  2. Una bellísima historia de amor. Cuántas historias se habrán fraguado de esta manera...
    Precioso tu reto!
    Un abrazo.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin