Aquí estoy
de nuevo, después de tanto tiempo, sentada en el viejo sillón observo mis
manos, arrugadas y envejecidas, tiemblan y no soy capaz de calmarlas. No, no
son los nervios, a mi edad la calma ha prendido en mi alma, quizás sea un
pequeño conato de emoción al volver a casa, al regresar a este pequeño rincón
que abandoné… ni recuerdo ya los años que han pasado.
Todo sigue
igual, nada ha cambiado, me doy cuenta cuando recorro con mi cansada vista la
salita, a mi lado la pequeña mesa redonda de madera adornada con una delicada
filigrana de marquetería, sobre ella, sigue erguida la lámpara que compré en
aquella tienda de antigüedades y, al lado, el teléfono de baquelita negro, el
teléfono. Sujeto con cuidado el auricular y con cuidado lo llevo a mi oído, no
oigo nada, sólo un largo silencio.
Aquel día,
aquel día el teléfono no dejó de sonar, y yo cegada de ira, de orgullo, no
quise coger el auricular que ahora sostengo en mi mano y que miro, resignada,
con lágrimas en mis ojos.
Era joven,
muy joven y con muchos sueños por realizar, una vida intensa que ofrecer y
enamorada de verdad del mejor hombre del mundo, pero con muchas trabas para
unir nuestro sentir. Mis impacientes alas por vivir con él nuestro amor
apasionado lejos de aquella agonía que me impedía volar hizo que yo ideara un
magnífico plan. ¡Cuánta ilusión puse en cada detalle, todo perfectamente
calculado! No me esperaba su reacción cuando compartí con él aquella
emocionante propuesta! Proposición indecente, era una proposición indecente que
él tenía que pensar y meditar.
No, no
admití aquella dilación, no acepté esa respuesta: “lo tengo que meditar”. Había
soñado en esa escapada al extranjero, por fin, libres de tantas ataduras. Los
dos juntos, siempre de la mano.
Y marché,
marché sola después de dejar sonar el teléfono un sinfín de llamadas. Si tanto
me amaba, no había nada que pensar.
Relato perteneciente a la propuesta: "La llamada"
Pasa muchas veces que por no tener paciencia se pierden oportunidades... pero bueno, tal vez, no debía ser.
ResponderEliminarUn beso.
Sí, o por pensar que somos el centro del universo de nuestro otro... en fin, siempre hay circustancias.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Besoss
Una proposición que a lo mejor, de haberla aceptado no se estuviera arrepintiendo. Total en el amor todo se vale, dicen, No? me gusto y mucho, me sabe a una reflexion para cuando llegan esta clase de circunstancias.
ResponderEliminarAbrazo!
Hola Maite,
ResponderEliminarUna proposición que a lo mejor, de haberla aceptado no se estuviera arrepintiendo. Total en el amor todo se vale, dicen, No? me gusto y mucho, me sabe como una reflexion a tener en cuenta para cuando llegan esta clase de circunstancias. =0)
Abrazo!