UN RETO: UNA IMAGEN
(Autora: ©Flor)
Desde una posición privilegiada, vi con mis propios ojos lo
que sucedió aquella hermosa mañana de octubre.
En un pequeño murete, que había junto a una pequeña baranda, junto
a un puente, había una joven de pelo negro con dos pequeños moños, en las manos
sostenía una margarita y una carta de una prestigiosa universidad.
Estaba sumida en sus pensamientos, seguramente pensaba que
ahora que había terminado el grado de COU, no tenía muy claro, la carrera que
quería estudiar.
Su gran pasión eran los animales, perros, gatos, caballos,
etc.
Su afición, se la inculcó su madre, puesto que ella era
veterinaria. Pero también quería ser médica de pediatría infantil. Le gustaban
mucho los niños.
Y por último estaba su padre, que era panadero… Y en los días,
que tenía que ir a echarle una mano a su padre en el horno, ese día, era el más
feliz de su vida, porque nada más llegar y abrir la puerta del horno, era una
oleada de sensaciones, de olores, y sabores.
Ese pan recién hecho, las magdalenas con tropezones de
chocolate, los croissants, y por último las porciones variadas de pizzas que
hacía su padre, de bacón y jamón York, de carne picada y champiñones.
Cuando de pronto, antes de deshojar la margarita, dijo en voz
alta, sin miedo a que la oyese alguien:
—¡¡Sí, la margarita dice que sí dejando un pétalo!! Estudiaré
veterinaria. De lo contrario, si no hay pétalo alguno, estudiaré para ser médica
de pediatría infantil.
Una vez que deshojó la margarita, esta no tenía pétalos, miró
fijamente la flor… Y se bajó del pequeño murete y fue caminando despacio, hasta
una pequeña fuente de agua que había no muy lejos de allí.
Mientras bebía un poco de agua para refrescarse, pensó, seré médica
de pediatría infantil, y en mis ratos libres seré panadera con mi padre.
Cuando una voz, de un apuesto joven, la llamaba:
—¡¡Hola, Begoña!! Mira a quién te traigo, es Rufo —el perro
se abalanzó sobre la joven, y casi la tira al suelo al ponerle las dos patas
delanteras en el pecho. Esta lo acarició, le hizo varias caricias y le tiró de
una de las orejas.
Cuando le dijo: —¿Qué has venido a verme?, ¿guapo, eh?
Mientras le tiraba una pequeña pelota para que fuese a
buscarla, Begoña le dijo al joven: —¡¡Voy a estudiar!! Para ser médica de
pediatría infantil.
—¡Enhorabuena, cariño! —Le dio un cálido beso en los labios.
Y juntos se fueron al horno de su padre, para darle la buena
noticia.
(Relato perteneciente a la propuesta trimestral de
“Variétés”)
Es un dilema tener que elegir y, ella lo dejo al azar.
ResponderEliminarEstoy segura que tal vez en el último momento decline su apuesta, no sé me dá que Rufo, le va hacer pensar.
Y que decirte el olor al pan recién hecho me ha llegado hasta aquí. Un besazo.
Mira que eres terca , al final vas hacer que la pobre chica , sea veterinaria , jajajaja besos guapa , es que el olor del pan yo creo que resucita hasta los muertos ,jajaja besos de flor.
EliminarLo leí en su blog y ya me pareció muy tierno, la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo a ambas
Gracias preciosa , eres un amor besos para ti , para campirela y como no para mí querida Ginebra , a la que echo mucho de menos , besos de flor.
EliminarEs una historia muy bonita, ha sido un placer leerla.
ResponderEliminarBesos!!