ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

jueves, 29 de febrero de 2024

Un sueño volador


(Autora: ©Campirela)

(Katie Watersell)

 
No sé cómo llegué a ser el guía de esas aves voladoras, con ellas me siento la mujer más poderosa, allí navegando entre las nubes.
Mi cabello negro enmarañado es como las olas bravas en la mar, aunque subida en tu fortaleza se realza al son del elixir de la música.
Cabalgando por un cielo de algodón, mi vida transcurre, entre criaturas mitológicas, a veces pienso que son sueños, pues cuando me despierto nada de lo que he vivido por la noche está a mi alrededor, lo más extraño es que cada día al despertar mi corazón es un volcán en erupción.
Mi vida ha cobrado sentido desde que en mis sueños estas tú, ave mitológica con un poder especial, me dejas que suba a tu cuerpo y repose en tus alas, el mío transportándome a mundos mágicos.
Mis ojos se convierten en dos luceros que iluminan mi vida, antes apagada de una vida repleta de obstáculos.
Has llegado en el momento ideal, seas sueño o realidad, mi felicidad es un cálido abrazo, el que tú me das.
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Metáforas”)


Voy a hablar del corazón

 

(Autora: ©Lunaroja)

(Katie Watersell)



Podría hablar del corazón.
Quiero oír
el sonido carnal
contra tu pecho.
 
Podría hablar del corazón,
de tu corazón
de mi corazón.
Levemente
como un aire breve.
 
Podría hablar
de las noches
sin voz.
Podría tener
las horas llenas
de tus besos
como un libro de poemas.
Así hablaría
de tu corazón.
 
Podría hablar
de la forma de tu corazón,
un diamante rojo
que exhala
un rosario de luz.
 
Podría sentir
cada golpe
anudado en mi pecho,
la forma
en que te toco
sin hablar,
habitando tu silencio.
 
Podría mirarme
en el espejo
y verme
a través de tu mirada.
 
Podrías ser tú,
podría ser tu corazón
que huye de sí mismo.
Tu corazón.
Tu gran corazón.
Mi corazón esperándote.
 
©Lunaroja
 
(Poema perteneciente a la propuesta
de Variétés: “Metáforas”)


La fusión perfecta

 


(Katie Watersell)

 
El horizonte marino me arropa como una pincelada dorada en el lienzo infinito del cielo; ahí el océano se funde creando un paisaje mágico que abraza mi alma y despierta mis sueños. Ahí es donde mi mente se fusiona con las olas en pinceles danzantes que acarician la arena dorada, trazando líneas de vida que se desvanecen en la bruma y se pierden en la inmensidad de lo desconocido.
 
El viento, como un artista divino, derrama tonalidades doradas que se entrelazan con las tonalidades azules del cielo y del mar, trazando un lienzo de colores que transporta los sentidos hacia lugares lejanos. Puedo ver las gaviotas que recorren el viento, y acompañan el susurro de las olas, componiendo una melodía etérea que envuelve mi corazón. Es, en este encuentro entre el mar y el cielo, que los sueños descubren su lugar y se liberan de ataduras terrenales para navegar hacia la infinita profundidad. Y es justo el momento en que el alma halla la paz y conecta con lo onírico, en un abrazo eterno que despierta mis anhelos más profundos:
 
«Porque el mar me enseñó a oír mis pensamientos, mis confesiones y dudas, devolviéndome la palabra del razonamiento que me recuerda, que los límites solo existen en la imaginación».
 
©Nuria de Espinosa
 
(Texto perteneciente a la propuesta de Variétés: “Metáforas”)


Pájaro nocturno


(Autora: ©Marifelita)

(Katie Watersell)


Cada noche me duermo pensando ¿vendrá alguien a visitarme mañana? A veces se deja caer algún familiar y de escondidas me provee de cosas necesarias como ropa o artículos de aseo. En otras, fieles amistades que saben lo que me gusta: libros, música o algunos dulces. En mi cumpleaños y Navidad me sorprenden con perfumes y cremas buenas, pero si no ando con ojo y no escondo mi botín en lugar seguro, me desaparece en un abrir y cerrar de ojos.
 
En mi cuarto hay un pequeño armario donde no cabe gran cosa. No me resulta nada útil ya que no tiene llave y tanto mis vecinas como las trabajadoras del centro, pueden abrirlo y llevarse lo que les venga en gana.
 
No tengo nada mío, ni derecho a decidir sobre mi vida. No puedo escoger qué comer ni a qué hora, tampoco cuándo irme a dormir, ya que al apagarse las luces cada noche, no hay posibilidad de leer ni hacer nada que me apetezca. Mi mundo ahora es muy pequeño y previsible.
 
Mi habitación es un rincón compartido en el que solo me estiro para dormir y sin posibilidad de encontrar refugio cuando necesito intimidad. Nada más levantarnos bajamos al comedor a desayunar. Durante la mañana hacemos un poco de ejercicio y luego llenamos el tiempo con algún pasatiempo para ejercitar nuestras adormecidas mentes. A algunas les da por actividades más artísticas como pintar, dibujar, tejer o coser, no todas tenemos ese talento ni ánimos para hacerlo.
 
La comida es puro rancho, escaso, descolorido y sin sal. No distingues si es martes o domingo, todos los días es similar. Y las tardes resultan eternas, no parecen tener final. Si nadie te sorprende con su visita, toca ver viejas películas y series aburridas, o distraernos con el bingo, partidas de cartas o juegos de mesa. Ni una siesta por la tarde está permitida para descansar nuestras castigadas mentes, aunque alguna cabecea en su silla rindiéndose a los efectos de la poderosa medicación, hasta que llega la esperada pero aburrida hora de cenar.
 
Y ya ha pasado otro día más de nuestras vidas a medio gas, privadas de esa prometida y ansiada libertad. Recordando cuando paseábamos tranquilas y libres por las calles, saboreando una exquisita merienda en la terraza de alguna cafetería y mirando escaparates para comprar algún capricho, al salir de trabajar.
 
Puntualmente a las nueve de la noche, ya estoy con mi pijama estirada en la cama, con las luces apagadas pensando, ¿qué hice a los míos para que me confinaran en esta prisión?
 
Entonces mi mente clara y despejada, percibe todo ante mí con total nitidez. Cuando no puedo dormir, me levanto y miro a través de mi ventana enrejada, que evita cualquier impulso suicida si la medicación no surge el efecto esperado. La calle figura como un mar en calma. Aun estando tan cerca se convierte en un deseo lejano, imposible e inalcanzable para mí. Me pregunto si pasaré el resto de mis días encerrada en esta jaula, por mi propio bien, como aseguran los demás. Entonces, salgo del angustioso desespero que me crea esa temida visión, al oír al pájaro nocturno que, aunque invisible, cada noche se posa próximo a mi ventana. Con su aguda pero armoniosa melodía me rescata de este pozo emocional y me llena de paz. Me recuerda que, aun estando enjaulada, todavía hay esperanzas para mí ya que en la vida hay pequeños regalos por los que merece la pena esperar para poder disfrutarlos. ¿Será todo esto mi realidad, una ensoñación o los extraños efectos de una perversa medicación?



 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Metáforas”)


Metáfora

 

(Autor: ©Gustab)

(Katie Watersell)

 
No entiendo su indiferencia,
ni las alas abiertas del albatros,
ni sus largos pilares de mármol...
Tiemblan, enceguecen con sus brillos chorreando el deseo,
abriendo sus carnes vivas,
vaporizando el aire con cálido aliento.
 
Vive ciega, cristalizada por mi boca;
vive fuego, con lengua de agua.
Gime sin aliento, con ganas...
Tiembla entre mis dedos, torre y campana.
Campanario de mojado brío
cubre de néctar mi lengua de gula.
 
Beso que sacude el bronce,
temblor de boca, nido vacío.
Áspera y tildante mueve sus entrañas
sacudiéndola entre las sabanas en mojado goce,
en infinita lujuria marinada
con tus sales agrias de himalaya.
 
Enceguecido por sus caudales
se alborotan mis pupilas abriendo la noche,
montando a oscuras la celada luna gatillando la ballesta,
hiriendo los sentidos embriagados por su orgasmo
hundiéndome en la miseria de sus caprichos,
escupiendo mi orgullo de hombre grande .
 
Sentida luna, repitamos la batalla,
rompamos el silencio con grito ahogado
sumergiendo la palabra, sacudiendo el aire,
vaticinando el éxtasis, callando tu indiferencia
antes que emprenda el vuelo
en apocalipsis, metáfora, orgasmo y deseo.
 
©Gustab
 
(Poema perteneciente a la propuesta
de Variétés: “Metáforas”)


EnajenaciónMental

 

(Autora: ©Auroratris)

(Katie Watersell)

 
Manolita le espera como la primera vez, porque siempre hay una primera vez para envolverse en aras del amor, sentir el leve mariposeo acariciando la tripa y dejar que el tiempo transcurra porque no hay otro modo mejor para hacer.
 
Manolita se deja llevar por el ensueño que da estar siempre en las nubes o tener la cabeza llena de pájaros, pero de esos exóticos que habitan en cualquier playa más allá del desierto. Ay, Manolita vive este amor como si no hubiera un mañana y cada minuto contara como una vida. Aunque, Manolita ya tiene a su espalda varias vidas y esta, que podría contar como la séptima en los gatos, ésta, precisamente es la que está sintiendo con más ahínco y más intensidad.
 
El amor es un síndrome o un virus, todavía está por determinar, pero Manolita ya le ha puesto nombre a esta naturaleza de enajenación mental, ella le ha llamado, el Síndrome Áurea, por la perfección anímica que otorga este estado, además de la física. El amor embellece cubriendo en tono pastel la calidez y el rejuvenecimiento, y si viene acompañado por unos ojos de tormenta, nada ni nadie podrá salvar a Manolita del huracán.
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Metáforas”)


Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin