(Autora:
©Campirela)
Allí estaba ella,
cigarro en mano desnuda asomada a la ventana, solo tenía un pensamiento llegar
a él de cualquier modo, su contacto ya le había advertido que podía ser
peligroso, lo que intentaba hacer, los experimentos anteriores no habían tenido
el resultado que se esperaba de ellos. Después de pensarlo mucho, dejó salir
una bocana de humo y se dirigió al teléfono.
—Lo tengo decidido, no
hay peros que valgan, prepara todo, esta noche, lo haremos.
—Perfecto, te espero
antes de las doce.
Sus conocimientos en informática y en IA eran
nulos, solo sabía lo esencial, ella necesitaba de esa tecnología, para volver a
ser la que era y sobre todo que él regresara, necesitaba saber por qué se había
alejado sin dejar rastro. Cuando llegó al lugar indicado, su más fiel amigo la
estaba esperando, la ofreció un café y la dejó unos segundos sola, mientras él
bajó su portátil de última generación y lo colocó sobre el escritorio.
—No te puedo engañar
Helena, no siempre salen las cosas como deseamos, intentaré con todos los datos
ofrecerte algo que sea tan bueno que al sacarlo al mercado todos tus lectores
arrasen en las librerías, eso sí, tú sabrás cuándo decir que todo fue inventado
por una inteligencia artificial, tú solo pulsaste un botón.
—Ni eso, porque no
haré nada, solo te daré información, datos y el resto lo hará el programa.
Helena en ese momento,
su mente estaba repleta de ideas, personajes, situaciones, nada hilvanado, todo
era un desastre, tal cual se lo fue diciendo a su amigo.
Calle, fuego, cadáver,
reloj, hombre, río, desierto, cama, viento y así un, etc. de palabras sueltas
hasta completar las cincuenta que eran necesarias, para crear algo coherente y
con sentido.
Todo estaba listo,
solo hacía falta dar al Enter y aquellas incoherencias se convertirían en mi
tabla de salvación.
Tres, dos, uno, allí
se plasmó una imagen como una gran carátula:
¡No puede ser!
—Es realmente
fascinante y a la vez me da miedo, era exacto lo que tenía en mi mente para la
portada de la novela.
—Ya te advertí, a
veces nos puede sorprender para bien como ha sido este caso, ahora tendremos
que leerla a ver si es lo que tú querías o solo son frases incoherentes.
Mi amigo me dejó
sentarme, abrí 230 páginas que marcaba, no miré el tiempo que tardé en leerla,
solo sé que ya de madrugada, mis ojos estaban rojos de no alzar la vista de la
pantalla.
No podía creer, era lo
mejor que había escrito en mi prolongada vida literaria, fui feliz, pero a la
vez renegué de sacarla al mercado, era un engaño a mis lectores, ellos no se
merecían esto.
Traté de ordenar mis
ideas, y llegué a una conclusión, un botón había hecho una obra increíble, él
mismo la destruiría y le di a suprimir, desapareció todo, menos la imagen, ella
se quedó allí plasmada.
Tal vez fuera un
mensaje, sería lo que me inspiraría a escribir yo misma, mi siguiente novela
sin acudir a la IA.
Seis meses después...
Solo queda corregir y
llevarla al editor, espero que no me la rechace, esta vez estoy convencida de
que acerté.
Aquella imagen iluminó
mis neuronas, os diré mis queridos lectores, el título de la novela.
«La Una Y
Cincuenta Y Tres»
(Relato perteneciente
a la propuesta de Variétés: “IA”)
Estupendísimo relato Campi,como siempre nos regalas talento a manos llenas!
ResponderEliminarbesazo!
Mil gracias, mi Lunita por tu comentario, siempre te agradezco ese cariño hacia mil besotes y los que suenan muakkkk.
ResponderEliminarY por su`puesto a la anfitriona de todo ese evento las gracias desde el corazón. Besos para mi Ginebra.
Siempre gracias a ti, mi querida Campi 🙏
Eliminar¡Un placer!
Abrazos y cariños enormes 💙
Lo peor no es que haya gente que es capaz de hacerlo. Supongo que ya tenemos asumido que así va a ser. Lo peor es que llegará el día en que no notaremos la diferencia entre una obra creada por la IA, y una creada por el verdadero talento.
ResponderEliminarBuenísimo relato, espero que la lo novela sea la definitiva y por fin logré su sueño. Me encantó de principio a fin. Un abrazo
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