(Autor:
©Chema)
Siempre he necesitado
tener en mente una persona a la que admirar, un espejo en el que mirarme. Por
ejemplo, hace unos años, mi médica de cabecera -a quien tuve que visitar semanalmente
durante un tiempo- cumplía ese papel. Me hacía sentirme motivado para dar lo mejor
de mí cada día, y en cada decisión me preguntaba qué haría una persona especial
como ella.
Desde hace casi dos
años soy miembro de un foro con gran mayoría de chicas, aunque yo no lo sabía
al principio. Se tratan temas muy variados, pero la sección que siempre me ha
interesado más es la de psicología. Hasta hace poco tiempo participaba sólo de
manera ocasional, pero a principios de este año, algo hizo clic en mi cabeza.
Empecé a leer con más atención algunas historias que compartían las
participantes...
El resultado ha sido
un cúmulo de sentimientos encontrados. Por un lado, algo de pena por no haber
aprovechado mejor mi juventud. Por otro lado, la esperanza de estar a tiempo de
vivir historias bonitas, ahora que tengo las ideas un poco más claras en cuanto
a qué cosas merecen más la pena en la vida.
Además, ya estoy
empezando a hacer alguna amistad en ese foro, virtual pero amistad. Una chica
me ha dicho algunas cosas muy bonitas que me causan un gran síndrome del impostor.
Pero eso se puede convertir en una motivación para mejorar y llegar a merecer
al menos la mitad de esas bonitas palabras. Además de que esa chica transmite
una vitalidad y una claridad de ideas, de las cuales tengo que aprender mucho.
(Relato perteneciente
a la propuesta de Variétés: “Motivación”)
Todo es aprovechable como motivación , si en ello encuentras el trampolín que te transporte a la felicidad de conseguir lo que te propusiste.
ResponderEliminarUn abrazo
Bien Chema, todo es importante y sin uno tiene algo que lo motive, sea cualquier cosa todo es válido si su fruto nos recompensa en emociones y sentimientos. Un besote.
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