(Autora: ©Dafne Sinedie)
Cuando era pequeña, mi madre me explicó que mi piel era como
esos hermosos mosaicos que los turistas fotografiaban en la iglesia de nuestra
ciudad. En el torso, mi piel cambiaba de color y formaba intrincados dibujos
florales. Me hacía sentir especial, preciosa como una obra de arte. Sin
embargo, aquella perspectiva cambió cuando empecé el colegio.
En el colegio era obligatorio cambiarte de camiseta en los
vestuarios después de hacer Educación Física. Cada vez que las otras niñas me
veían, me señalaban, dedicándome expresiones de asco, y se apartaban de mí como
si tuviera una enfermedad contagiosa.
¡Daba igual que les intentase explicar lo que a mí tantas veces me habían
explicado! Para ellas era un bicho raro, una mutante, la chica-planta. Me
tiraban globos de agua y me quitaban el almuerzo en el recreo porque, según
ellas, para mí era suficiente con hacer la fotosíntesis. Las odiaba. Me odiaba
a mí misma. También odiaba el verano, las camisetas de tirantes y los vestidos,
ir a la piscina y la playa. Odiaba las miradas y los cuchicheos.
Cuando llegó el momento de elegir un instituto, le rogué a mi
madre que me enviase a uno en el que nadie me conociera. Intenté que nadie se
enterase de mi condición, pero tarde o temprano todos los secretos que guardas salen a la luz. Mi piel creció conmigo, y
el mosaico se ramificó hacia mis brazos y mis piernas. ¡Era prácticamente
imposible esconderlo! Por suerte, para entonces había conseguido formar parte
de un grupo de amigos, y su apoyo incondicional ganó al acoso.
En mi época universitaria emprendí un viaje de reflexión, introspección y desarrollo que me llevó
a un nuevo crecimiento. El mosaico
ya se extendía por mi cuello y decoraba mi rostro, y había conseguido que no me
diera ninguna vergüenza mostrarlo. Estudié medicina y me especialicé en
genética. Estaba dispuesta a desentrañar
todos los misterios de mi piel y, lo más importante, a ser libre.
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: "Mosaico")
Un relato extraordinario y original!
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un beso
Muchas gracias, Lunaroja
EliminarUn besazo
Sigo pensando lo que comente en su blog, no solo un mosaico, es toda una oda a la discriminación sobre la presencia de las personas, el rechazo al ser diferente, me gusto y me encanta. Sobre todo esa fuerza de la protagonista de seguir hacia delante para ser quien quería ser.
ResponderEliminarUn buen trabajo.
Besotes, peque.
Aw, me alegro mucho que te haya gustado, querida Campirela.
EliminarMil gracias por tus palabras y tu cariño.
Un besazo
Un relato de fuerza, reflexión y constancia ante una sociedad demasiado hipócrita. Me gustó mucho. Un abrazo
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