ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

lunes, 31 de octubre de 2022

Equilibrio

 

(Autora: ©Marifelita)
Mi calzado para la propuesta 👞


Aquella mañana me levanté temprano y con el convencimiento de que iba a ser un gran día. El examen de alemán tenía que salirme bien, y no solo aprobaría, esta vez sacaría buena nota. De camino al instituto, sobre mis patines iba escuchando mi música y al pararme en un semáforo, vi a una abuelita que me recordó a la mía, esperando cruzar la calle con dos muletas. Al cambiar el semáforo, la ayudé a pasar y al llegar al otro lado me lo agradeció con una dulce sonrisa.
 
Salí del instituto al mediodía convencida de haber hecho un buen examen, menudo peso me quitaba de encima. Así que fui a comer a casa de mi abuela, como cada jueves, y nada más entrar le di la buena noticia. Mientras comíamos mirábamos la tele, una serie cómica que a ella le encanta, nos echamos siempre unas risas cuando la miramos juntas. Después de comer nos sentamos en su viejo sofá, y mientras ella se echaba una cabezadita, aproveché para retomar mi diario y ponerme al día, llevaba un par de noches llegando tarde a casa y no me había dado tiempo de escribir nada.
 
Apunté la conversación que había tenido con mi compañera Eli esa mañana, era una chismosa profesional. Yo intentaba alejarme de ella todo lo posible, era una envidiosa y siempre metía cizaña entre la gente. Aquel día en el descanso entre clases bajé a la cafetería y mientras intentaba leer un libro de poemas que me había pasado Héctor, al verme sola, se sentó en mi mesa.
 
Me advirtió de que andara con ojo porque había visto a Héctor la semana anterior flirteando con su “Ex”, en un parque cercano a su casa. No le hice caso, me levanté de la mesa y me fui con mi libro y mi desayuno a otra parte. Paso de chismes y dramas, como si no tuviera otra cosa mejor que hacer, pero su comentario me molestó y no conseguí quitármelo de la cabeza.
 
Cuando mi abuela despertó de su siesta, me puse mis patines y salí pitando hacia el instituto, tocaba ensayo de la obra de final de curso. Estaba encantada, porque era la protagonista del musical. Ya me sabía de memoria el texto y las canciones. Y las coreografías me salían genial.
 
Acabamos el ensayo tarde y salí a la calle deseosa de compartir mi éxito. A lo lejos distinguí a Héctor que me había venido a buscar, pero en la penumbra pude ver que no estaba solo, y que además estaba besando a alguien. Aceleré el paso y al acercarme puede comprobar efectivamente que se trataba de ella, su “Ex”, tal como la chismosa de Eli me había alertado.
 
Y lo que pasó a partir de entonces lo tengo algo borroso en mi memoria. Solo sé que pegué un grito, agarré mis patines que llevaba colgados del hombro y me fui directa a ella, atizándola en la cabeza con ellos varias veces. Perdí los nervios de tal manera, que cuando volví en mí, estaba apoyada en un árbol cercano, sosteniendo en la mano mis patines ensangrentados mientras Héctor lloraba como un niño mientras la abrazaba y pedía ayuda a gritos. Multitud de gente que pasaba por allí se arremolinaba a nuestro alrededor. Al final, no resultó ser un gran día después de todo.

(Relato perteneciente a la propuesta: Equilibrio de “Variétés”)

1 comentario:

  1. Los nervios y los celos son mal consejero.¿ porque siempre vamos a encorajinar nos con ellas? cuando lo culpables si los hay es quien engaña no quien esta con él o ella. En fin la historia terminó mal , mira que despues de sacar un buen examen ajjaja. Un abrazo.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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