(Autora: ©Myriam)
Me llamo, Melkart, rico comerciante fenicio y tengo una flota
mercante de dos naves Golah de 25 metros de eslora y 8 de manga con un puntal
de 4 metros. De casco con roda y colaste elevados, es decir que
este es curvo y panzudo; con timón de espadilla; velas cuadrangulares entre dos
vergas y cofa cuadrada sobre un mástil.
Con un timonel que va siempre de pie y doble hilera de remeros sentados
sobre bancadas que obedecen el ritmo marcado. Llevo bordeando el
Mediterráneo, carga de púrpura, especias, madera de cedro, sedas, pescado seco,
aceite de oliva y vino hasta Gadir y
traigo de regreso a Biblos minerales pesados como plomo, cobre y plata y
granos. Hasta 150 toneladas por barco soporta mi carga. Protejo mis naves mercantes con una de guerra del tipo
Hippoi que en la roda cuenta con un bello mascarón tallado con forma de cabeza
de caballo, totem que ahuyenta, eso creo y espero, los peligros del mar.
Me gusta mi empresa, vivo feliz con mi mujer, Tanith, mis
hijos, mi servidumbre y hacienda, en mi propiedad en las afueras de Biblos. Sin
embargo, un tema me agobia: El enorme tiempo que paso registrando la mercadería, las entradas y salidas, para ello utilizo -como es común- la
escritura proto-cananea derivada de los complicados jeroglíficos egipcios.
Fue así como un día, Tanith, que todo lo entendía, se dio
cuenta de mi zozobra y necesidad de crear un cambio favorable que me permitiera
tener más tiempo libre para gozar de las bondades de la vida familiar, antes de que mis hijos
crecieran tanto que ya no necesitaran de mí.
—¿Y si en lugar de jeroglíficos que te obligan a utilizar muchos
y complicados, usas el cadente sonido de las palabras? —sugirió, delicadamente,
mi mujer una tarde de abril.
—¿Exactamente, a qué te refieres, Tanith?
—A esto me refiero querido esposo: Mira y escucha. Y dijo
palmeando rítmicamente: Di-vi-do las pa-la-bras en seg-men-tos y de acuerdo a como suenan, dibujo un símbolo
¿Qué te parece?
—Cuestión de probar, pásame por favor, el estilete.
La escritura consonántica, pues, había nacido y Melkart gozó de tiempo libre en su propiedad,
con su familia. En Egipto reinaba el faraón Ramsés III y los hebreos habían
cruzado el rio Jordán para llegar a la tierra de Canaán. En Anatolia, destruimos la ciudad de Hattusa,
capital del reino Hittita.
Alfabetos latino, griego, fenicio,
hebreo y árabe
(Llega a ellos a través de la imagen)
(Relato perteneciente a la propuesta: “Déjate Soñar”)
Bueno nuestra Myriam se ha salido del mapa y nos ha dejado toda una historia para estudiarla y saborearla , gracias cielo por todas tus aportaciones que nos ilustran, Besotes
ResponderEliminarComo siempre tus relatos una realidad fuertemente asentada en sus bases, esta vez le ha tocado a los fenicios y sacando a relucir aquello que se suele decir de que "detrás de un gran hombre , hay una gran mujer"
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