ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

martes, 1 de octubre de 2019

Temblando Como Un Flan, Aunque Muy Gustosamente


(Autor: ©Raphael Coquine)

¡Cómo me meto en estos líos!

Recibí la invitación de aquel extraño, al que solo conocía por mesenger y por facebook, y aunque me había llamado la atención desde el principio, por su simpatía pero sobre todo por la autenticidad que percibía en sus palabras, y porque se mostraba sincero a la hora de hablar de sus preferencias y de sus necesidades, así como se interesó por las mías, que nunca antes había hecho una cosa así.

Tener una cita con alguien desconocido, para tener solo sexo.

Un pellizco en mi coño, me alertaba de que algo sabroso, algo placentero, podía esperar de aquel encuentro.

Solo me había pedido una cosa, solo una.

_¡Quiero que te pongas estos zapatos en el primer encuentro!—me dijo—por mesenger y me envió una foto de los mismos.

Eran unos zapatos de aguja, que me hacían tener el pie totalmente inclinado desde el empeine.

_Espero que no tenga que andar mucho con ellos—pensé—aunque eran extremadamente bonitos, muy finos y elegantes.

Además me pidió también que me pusiera unas anillas de cuero en los tobillos, que se ajustaban a los mismos, con unas correas. En la foto además se podía apreciar que las anillas estaban cogidas por una cadena según se veía en la foto, de tal manera que cuando quisiera andar de pie, me costaría harto trabajo.

Pero era tal el pellizco en el coño... Que me subía para arriba, que hasta la vulva se me hinchaba nada mas de pensarlo, estar ante él, desnuda, en una habitación de hotel, a merced de un hombre al que no conocía casi de nada. Ufff, la emoción me podía más que el temor que sentía al mismo tiempo.

Y luego estaba lo del candado. ¿Qué significaba? ¿Qué me lo pondría y me lo quitaría a voluntad?

Bueno no quería pensar en ello.

Al cabo de pocos días recibí un paquete grande. Me apresuré a abrirlo nada más llegar a casa. Allí estaban los zapatos, eran preciosos, finos, altivos, en el fondo yo también me veía así, a veces, jejeje... Y le acompañaban las tobilleras de cueros. Me los puse, caminé un ratito con ellos. También me coloqué las tobilleras, eran de piel fina, como de cabritilla, no me molestaban en absoluto. Me mire al espejo y me sentí muy sexy y muy excitada también, lo reconozco...

Llegó el día de la cita. Me preparé, me puse guapa, atractiva, muy sexy, me coloqué unas medias cogidas con un liguero, para que mis pies se parecieran a los de las foto y un corpiño color carmesí ribeteado con un bonito encaje, nada de bragas, prefería tener mi coño peludo, negro color azabache, al aire, nada de sujetador, mis tetas al aire y solo cubiertas por un hermoso abrigo tres cuartos, que dejaba mis piernas al aire. Me dirigí al hotel que habíamos reservado, pedí la llave en recepción, subí hasta la habitación, me acomodé y me dispuse a esperar. La excitación mojaba ya mi entrepierna.

Cuando sonó el teléfono lo cogí al instante, estaba deseosa, y totalmente lubricada ¡No me lo podía creer lo que me excitaba toda aquella situación!

—¿Sí?


—¡Hola! ¡Estas ya ahí supongo!

—Sí —me apresuré a contestarle en seguida.

—Bien, estoy en recepción, subo enseguida, cojo el ascensor y llamo a la puerta.


Nada más oír el timbre de la puerta me apresuré a abrir. Y allí estaba él, de pie, elegante, vestido con unos vaqueros, una camiseta por fuera y una chaquetilla de lino, abierta, sin abotonar.

Nos besamos tímidamente en las mejillas, pasamos adentro, directos a la habitación que tenía preparada con todo lujo de detalles, las velas, el incienso, una luz tenue, una temperatura ideal para poder permanecer desnudos...

Así lo habíamos pactado, nada de preámbulos.
Enseguida reparó en mis pies.


—A ver, déjame que te vea —me dijo— quiero comprobar cómo te quedan. Estas realmente magnífica toda tú. Eres verdaderamente hermosa y estoy ansioso por nadar sobre tu cuerpo.


Me invitó a recostarme en la cama. Me despojé del abrigo de tal manera que quedé desnuda con los zapatos puestos, con las dos tobilleras puestas, las medias y el liguero, sin bragas con mi pubis al aire todo el desmelenado, y mis tetas al aire también, aunque pequeñitas, bien erguidas y con los pezones de punta, totalmente erguidos por la excitación.

Se dirigió con decisión a mis pies, acarició los zapatos, que fue quitándome con suavidad, acarició mis pies a continuación, los acarició sumamente por encima de la media, aspiró su olor (menos mal que estaba recién duchada), subió sus manos hacia arriba y hacia abajo deslizándolas por mis medias. La piel se me erizaba bajo el tacto de sus manos. Desabrochó un liguero, y retiró delicadamente la media que cubría esa pierna. Acto seguido hizo lo mismo con la otra media. Todo muy despacio, como si de un ritual se tratase. Acariciando la piel al tiempo que deslizaba hacia abajo la media. Como adorando un templo sagrado, el de mi cuerpo.

Cogió un pie entre sus manos, y empezó a chuparme el dedo gordo, despacito, como el que chupa un chupa chups con deleite, ensalivando poco a poco, y dando pequeños muerdos al mismo, de tal manera que provocaban en mí, una intensa excitación. Mis jugos vaginales empezaban a deslizarse por la entrepierna, detalle que no le pasó desapercibido.

Siguió deslizando su lengua por todo la planta, luego dedo a dedo, dándome pequeños mordisquitos en cada uno de ellos, prosiguió con el talón, los tobillos y comenzó a deslizar su lengua por la pantorrilla y por el interior de los muslos, entre ambas piernas, de tal modo que su cabeza quedo entre mis muslos. Mi excitación estaba alcanzando un torrente poderoso, unos movimiento y una convulsión que no sabía si podría aguantarme más, antes de estallar.

Sinuoso como una serpiente se movía de manera ascendente y descendente, y también me mordía en el interior de los muslos, hasta que oía un lamento y quejido mío, que interpretaba como señal para que continuara ascendiendo.

Cuando llegó a la altura de mi vulva con su lengua, yo ya estaba chorreando, mis labios estaban carnosos y jugoso, mi clítoris, estaba prominente, diciendo ven cómeme.

Y pareció oír la llamada, porque enseguida se aplicó sobre él. Despacio, como todos sus movimientos, dando vueltas sobre el mismo, deslizando la lengua arriba y abajo, de lado a lado, chupando de manera rítmica, succionándolo y luego soltando, y volviéndolo a coger otra vez. Luego mordiéndolo, incrementando la intensidad y el ritmo del movimiento.

No pude contenerme más y estallé en convulsiones que me hicieron levantar mis caderas apoyando los pies en la cama, elevándome y hundiéndome repetidamente mientras él se afanaba por no soltar mi vulva, dejando el coño totalmente arriba para luego hundirme en lo más profundo de la cama, llevándome las manos hasta la vulva, acariciando los labios, el pubis, el clítoris, retorciéndome de gusto, delante de aquel hombre, expuesta, desnuda, entregada...

Cuando me repuse un poco, me besó despacito, con besos pequeños, jugosos, siguiendo un caminito desde mi pubis, pasando por mis tetas hasta llegar al cuello, las orejas y finalmente los labios...


—Quiero más —me dijo— esto solo ha sido el aperitivo. Pero ahora quiero que me des permiso para colocarte la cadena atando tus tobillos.


Un escalofrío de pasión volvió a recorrer mi cuerpo desde lo más profundo de mis entrañas.

Había gozado tanto que estaba dispuesta a experimentar todo el gozo del mundo con aquel hombre. Tal era la fascinación que ejercía en mí.


Relato perteneciente a la propuesta: "Pisando Fuerte"



2 comentarios:

  1. Bueno , desde luego la cita no desanimo a ninguno de los dos ..el fetichismo de ambos lo llevaron con buen gozo ,..Y los zapatos solo fue el principio de algo más jajjaj.
    Abrazos y un relato donde cualquier cosa podría haber pasado.

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    Respuestas
    1. Muchísimas gracias de corazón Campirela.
      Te contesto muy pronto al proyecto que nos traemos entre manos.
      Besotes.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin