ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

sábado, 30 de junio de 2018



No se sentía ella misma, la gran diva, cada día para ella era una nueva ruina. Había tirado todas aquellas fotografías que adornaban su vida, los fotogramas de una película de amor, sexo y como no rock and roll, las drogas nunca entraron en su rutina, podía volar sin alas y sin ningún tipo de sustancias, cada vez que él se acercaba, ella volaba, siempre supo cómo hacerla levitar sin tocarla.
Recordaba aquella noche sentada en su habitación, había elegido ese vestido negro, era de tal sencillez y elegancia que resultaba de lo más seductor. Se miró en el espejo y se pintó los labios con aquel rojo Chanel que le sentaba tan bien, la ocasión merecía presentar su mejor aspecto. Iba a dar un recital en casa de un amigo con lo más granado de la sociedad.
Recordaba entrar en aquel salón con ese magnífico Steinway en medio y empezó a calentarse su cuerpo, se sentó y cuando arrancó las primeras notas, le vio con su cámara de fotos entre las manos y ya todo dejó de existir, solo el piano, la música y él.
No dejaba de mirarla y se veía el fuego del deseo en sus ojos y ella se sentía cada vez más enfebrecida por la melodía que arrancaban sus manos y por el hombre que estaba licuando su sangre y llevándola a un orgasmo sin siquiera tocarse.
Cuando la última nota salió del piano, levantó la vista y le miró, él le señalaba la cocina, no lo dudó, hizo la reverencia de agradecimiento a su público y se dirigió a la cocina, allí estaba esperándola, la agarró sin miramientos y la tumbó sobre la mesa, la hizo el amor con su cámara de fotos como jamás se lo habían hecho, sintió lo que era ser una mujer a través de un objetivo.
Sí, aquel primer día nunca podría olvidarlo, fue la primera fotografía de su historia, pero ya no quedaba nada de aquello, ya no existía la diva a la que querían fotografiar y oír cantar. Ya no había más vestidos seductores, ya solo quedaban unos labios y una voz ajada y entonces supo lo que era ser una mujer olvidada.
Relato perteneciente a la propuesta "Silencio, Se Rueda"










-Sabes Juan, siempre me gustó celebrar el día que vine a este mundo. Es un día tan importante para mí, tan significativo.
-Cierto, bien lo sé, por eso intento  desde que te conocí hacer que sea especial.
-Es verdad, y no sabes cómo te lo agradezco, eres un gran amigo.
-¿Sólo un amigo?
-Diosss!!! , no seas pesado con eso, sí, sólo un amigo, no puede ser de otra manera.
-Ya veremos, bella, ya veremos…

Iban de regreso a casa de ella tras haber estado tomando una copa, se conocían desde hacía más de 10 años y desde que se vieron surgió entre ellos ese algo que define una relación diferente al resto. Por mucho que él había intentado que las cosas fueran más allá de una gran amistad, era Raisa la que siempre frenaba los avances de él, aunque ella sentía esa misma necesidad de traspasar la frontera de la amistad, sabía que no podía ser, había algo en ella que le impedía por el bien de ambos dar ese paso.

Llegaron a casa de ella donde tenían intención de tomar una copa de vino, picar algo de cena y charlar sobre lo humano y lo divino. Abrió el buzón y se encontró un sobre rojo (su color favorito) no tenía remite, cuando lo iba a abrir, él le dijo:

-No lo abras, espera a que estemos tranquilamente sentados en casa.
-Esto es cosa tuya, eres tremendo (pero la sonrisa de Raisa mientras le decía esto era gigante)
-Pero qué hermosa estás cuando sonríes!
-Sólo cuando sonrío?
-Si quieres que te piropee tendrás que ganártelo.

Ella sonrío de nuevo y se limitó a sacarle la lengua en un gesto infantil que a él le encantaba.
Ya sentados en la sala  procedió a abrir el sobre.
Era claramente una invitación a pasar un fin de semana en el Castillo de Drácula en Transilvania.

-Estás completamente loco!!! Definitivamente aunque no pone nada, esta invitación lleva tu sello indiscutible.
-Así es mon amour. Quiero que este año tu cumpleaños sea especial.
-Y por eso has decidido celebrar una fiesta en el castillo de Bran,  no había otros sitios. No pongo yo un pié en ese antro ni loca.
-No te hacía miedosa, ni pensé creías en cuentos de vampiros.
-No me hagas enfadar, sabes que ni tengo miedo, ni…
-Entonces?
-Grrrrr, está bien tú ganas, siempre ganas, iré.

Eran la cara y la cruz, él con sus nervios siempre templados, con una confianza en sí mismo que a veces se confundía con prepotencia, y ella puro fuego, un volcán preparado siempre para erupcionar, toda vida, toda intensidad, toda ella.
Siguió leyendo la invitación y empezó a reírse


-Definitivamente estás loco, me das a elegir entre varios objetos para que lleve?
-Así es, bella, elige bien –le dijo mientras le guiñaba un ojo-
-Un móvil, la verdad que siempre voy con él a todas partes pero dudo que haya cobertura en ese lugar dejado de la mano de Dios, pero por si acaso, lo llevaré aunque allí no me sirva de nada, quizá hasta llegar allí pueda ser útil, una cámara de fotos? No creo que pueda fotografiar a drácula así que paso, bombones? Sabes que no soy de chocolate, no podías haber puesto una tabla de quesos? Te odio, paso de bombones, un spray de gas pimienta? Estás de broma?, no contestes…Algo interesante, una botella de vino, no puedo llevar dos botellas de vino?
-No, qué elegiste al final
-El móvil, la linterna y la botella de vino.
-Sea. Nos vemos allí el viernes a las 19:00 mañana recibirás los billetes de avión.
Tendrás que viajar sola, yo debo adelantarme para preparar todo para cuando llegues.
-No me has dicho aún si va a haber más gente, bueno sé que va a haber más gente, pero quienes van a estar?
-El viernes, mi niña, el viernes…
-Te odio.
-Lo sé (mientras sonreía se levantó del sofá y dándole un beso en la frente se despidió de ella) Hasta el viernes, bella.
-Hasta el viernes, locuelo.

Allí estaba ella con una maleta de fin de semana donde llevaba lo básico, su ropa interior, otro par de vaqueros, una camiseta, un jersey y un  elegante vestido quizá la ocasión lo requería, así como unos manolo rojos que adoraba. Gracias a que no usaba pijama (siempre le gustó dormir desnuda)  tenía sitio en la maleta para sus pinturas de guerra y sus cosas de aseo. No se le había olvidado llevar la botella de vino, la linterna y el móvil.
Se sentía como una hormiga frente a un elefante allí plantada en la puerta. Se dispuso a tocar la aldaba y antes de poder hacerlo las puertas se abrieron de par en par.

-Me estabas espiando desde la ventana…
-Jamás te espío, solo velo por ti. Ven que te acompaño a tu habitación, así podrás refrescarte antes de que te presente al resto de invitados.

Tras dejar las cosas en su habitación, se duchó y decidió abrir la botella de vino, era mujer previsora y siempre llevaba consigo un kit de navaja, sacacorchos, tijeras, aguja e hilo, en la invitación no aparecía, pero tampoco se decía que no podía llevarlo.
Saboreando la copa de vino pensó en lo guapo que estaba Juan, con esa camisa y esos pantalones negros, estaba guapo y elegante, nada más abrirse la puerta se le hubiese echado a los brazos y le hubiese mordido esos labios carnosos…

-Deja de pensar Raisa o tendrás un orgasmo aquí mismo, se dijo.


Se puso su vestido, se calzó sus manolos y se dirigió al comedor, según pasaba por el pasillo, de una de las habitaciones salían unos ruidos extraños, era una mezcla entre agonía y risa diabólica, se acercó a la puerta  para escuchar mejor y no podía discernir si era alguien que estaba agonizando o estaba teniendo la mejor corrida de su vida, fue a abrir la puerta por si era la primera opción (si era la segunda ya pediría disculpas) pero se encontraba cerrada, podía coger de su ridículo – entendía bien el nombre, allí no cabía nada, la linterna la había tenido que colocar en la liga- la navaja e intentar abrir la cerradura, pero decidió que cuando llegase al comedor se lo contaría a Juan y que él hiciese lo que estimase oportuno…

-No ha organizado él esta charada?  Pues que sea él el que resuelva las cosas.

Entró en el comedor y se encontró con tres personas que no conocía de nada, eran dos hombres y una mujer que parecía se había embadurnado la cara con polvos de arroz, parecía que le hubiesen sacado toda la sangre del cuerpo.

-Hola no nos conocemos, me llamo Raisa, soy amiga de Juan y creo que al igual que vosotros he sido invitada a pasar aquí el fin de semana.
-Hola yo soy Rosalía y bueno,  yo no conozco a Juan soy la novia de Andrés, que sí es amigo de Juan.
-Ese soy yo, encantado, le dijo mientras le besaba la mano

  Tras este gesto Raisa pensó que Juan tenía unos amigos muy raros.

-Encantada Andrés y lo mismo digo Rosalía, un placer. Y tú tienes nombre? Dijo mientras miraba al tercer ocupante de la habitación, éste era alto, guapo, elegante, aunque no tanto como Juan.
-Sí, me llamo Paul, enchanté Raisa.
-Merci.

Según hacían las presentaciones escucharon un fuerte ruido en la cocina se dirigieron hacia allí y se encontraron con un cuerpo inerte en el suelo, Raisa rápidamente se acercó al cuerpo y comprobó que estaba inconsciente, pero seguía teniendo pulso, le preguntó a los otros si alguien tenía un móvil con cobertura, a lo cual contestaron al unísono que no.

-No sé porqué lo imaginé. Alguien sabe quién es?

De nuevo el coro de voces soltó un no.

-Y alguien sabe dónde está Juan? no me lo digáis, no.

Tras decir esto la luz se apagó y Rosalía procedió a chillar como una histérica y a decir incongruencias sobre drácula y seres demoniacos, Raisa necesitaba calma así que le propinó una bofetada y les dijo a los dos hombres que cuidaran de ella mientras ella iba a ver dónde se encontraba el automático para ver si se había saltado.
No le gustaba nada aquello, sus instintos empezaron a agudizarse, su oído empezaba ya a  oir el vuelo de una mosca y su visión era perfecta en la oscuridad, en realidad no necesitaba una linterna pero tenía que disimular frente a Juan, aunque ahora su instinto le decía que quizá no era necesario.
Subió directamente a las habitaciones porque su olfato le decía que Juan se encontraba allí, vio una puerta entreabierta  de la cual salía una luz roja y se sintió atraída, allí estaba él, sentado en un orejero de piel, con las piernas extendidas y en la mano una copa del vino que ella había traído.

-Siempre has tenido buen gusto para el vino, en honor a la verdad, siempre has tenido buen gusto.
-Gracias!! Y ahora por favor me puedes decir qué pasa aquí. Quién es esa gente? Hay un cuerpo en el suelo de la cocina, dos hombres y una histérica, que no conozco de nada
-Tranquila, bella. El inconsciente está bien, es un buen siervo en su hora de descanso. Andrés y Paul son dos buenos amigos que quería que conocieras porque a partir de hoy van a ser tus cuidadores cuando yo me tenga que ausentar por mis viajes de negocios, van a responder ante mi de todo lo que te pase a ti. Y la histérica (empezó a reírse) es la diversión de Andrés y no quería dejarle sin su entretenimiento durante el fin de semana.
-Mis cuidadores? Tú has perdido la cabeza? Ni necesito cuidadores, ni los quiero
Ahora entiendo los ruidos que procedían de la habitación, Andrés divirtiéndose, así que está Rosalía tan pálida.
-Shhhhhh, bella. Además quería que conocieras mi morada y la que va a pasar a ser tu morada también.
-Ahora sí, definitivamente perdiste la cabeza.

Sin que ella se diese cuenta si quiera se levantó y se puso a su lado, la agarró fuertemente besándola el cuello, ella cada vez más encendida se iba dejando llevar por su instinto animal, olía el deseo como nadie podía olerlo, no en vano era una loba en celo.

-Esto no puede ser Juan, jamás un licántropo y un vampiro podrán emparejarse
-Estás segura? Nuestros cuerpos se amoldan muy bien, te siento perfecta bajo mis brazos, así desnuda Una Hembra lista para mi, perfecta para mi.

Cuando él le mordió la yugular dulcemente ella se transformó por completo y en un susurro dijo “alea iacta est” antes de con todas sus fuerzas lanzar un auuuuuuuuuuuuu.
©Prozac

Relato perteneciente a la propuesta "Un Evento Inesperado"










No sé porqué hoy vinieron a mi mente tantos recuerdos.
Recordé aquella noche que quería estrenar el columpio que habían puesto en el parque, pero quería hacerlo por la noche para poder ver las estrellas, así que decidí quedar con mi amigo, allí estaba esperándome en el jardín, con un farolillo en la mano que alumbrase mi camino y una capa para que el frío no me hiciese daño.
Era el niño más valiente que conocía, no le tenía miedo a nada ni a nadie, había conseguido vencer como un héroe sus pesadillas y también las mías, esas que me paralizaban y no me dejaban dormir con la inocencia propia de mi edad.
Fue él el que me enseñó a mantenerme en pié sobre aquellos patines de hielo, cada vez que me caía él estaba allí para con una sonrisa darme la mano y ayudarme a ponerme de nuevo en pié y seguir patinando, porque él siempre me decía: "no importa que caigas, es parte del juego, lo que importa es que puedas levantarte de nuevo y seguir jugando".
Hoy de nuevo vino a mí de una manera nítida el recuerdo de aquella noche que salí a escondidas de casa con un balde lleno de estrellas en una mano y en la otra mi oso de peluche, fiel compañero de locuras junto con mi amigo, Los Tres Mosqueteros inseparables.
Esa noche no le tenía a él esperándome fui yo la que me dirigí a su encuentro.
Cuando llegué al hospital me escabullí sin que me vieran a la habitación donde estaba él, en aquel entonces no sabía que era la Leucemia, pero sí sabía que le quedaba poco tiempo para formar parte del cielo y convertirse en una estrella.
Cuando entré en la habitación él estaba dormido, cogí mis estrellas y las fui pegando en la pared y justo encima de su cabeza le hice un atrapasueños de estrellas, en ese momento él se despertó, miró la pared de la habitación y se le iluminó la mirada, le dije estas son nuestras estrellas las que tantas noches hemos visto juntos las que siempre nos acompañarán, me sonrió, sacó un espejo de la mesilla y entregándomelo me dijo: "cuando mires al cielo y no puedas ver las estrellas mírate en este espejo y verás la estrella más luminosa y bella del firmamento" tras decir aquello, se acercó a mí, me regaló un beso y cerró los ojos.
Os juro que en ese momento vi cómo una estrella salía de la cama dio una vuelta al rededor mío dejando caer polvo de estrellas sobre mí y saliendo por la ventana fugazmente desapareció en el firmamento.

©Prozac

Relato perteneciente a la propuesta "Atrapasueños"


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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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