ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

sábado, 30 de junio de 2018



Y ahora, parada frente a aquella puerta azul seguía pensando en que no había sido una idea acertada hacer tantos kilómetros por una corazonada. Pero si de algo se jactaba era de su intuición y allí estaba hiperventilando toda la ansiedad acumulada desde que descubrió aquella nota.
Le había tocado su punto débil… ella siempre creyó en la magia y que todo gravitaba por esa razón. Así que en un último atisbo de heroísmo llamó a la puerta, para más inri de su color favorito.
Una Dama añosa abrió y sin mostrar ningún rasgo de asombro la invitó a pasar. Esta así lo hizo adentrándose hasta un salón que la anciana señalaba sin mediar palabra. Una vez dentro de la sala, descubrió con fascinación que era una maravillosa biblioteca. Estanterías hasta el techo llenas de libros, un gran globo terráqueo ocupando el centro bajo una grandísima claraboya… sofás tapizados de un azul-noche que invitaba a la lectura, además de una mesa de ébano que capitaneaba toda la sala. La magia habitaba en el aire, en la luz que desprendía cada lámpara.
Cogió un libro al azar y el globo comenzó a moverse hasta señalar el lugar donde la historia iba a suceder. El día se tornó noche y ella presenció todo acontecimiento… los personajes tomaron vida.
Poco a poco fue consciente del poder de los libros. Comprobando el contenido… la historia que guardaban. De pronto, uno cayó a sus pies, era pequeño, de tapa blanda… de un color indescifrable, sin título, sin autor, sin imagen. Se volvió hacia la Señora a modo de permiso y en su lugar se topó con un hombre… Ante su sobresalto, este le instó con una señal y una sonrisa para que lo abriera, al hacerlo se vio a sí misma junto a ese caballero.
Se giró asombrada sin comprender lo que estaba pasando, más maravillada que asustada esperaba una aclaración.
- Todo lo que ahí está escrito somos tú y yo. Tú lo escribiste para mí. – Le dijo él en un tono de voz muy bajo.
- Es imposible. -dijo ella. No nos conocemos de nada.
- Cada vez que escribes un poema cobra vida mi alma hasta hacerla corpórea, sólo tú has conseguido esa magia… vivo por ti. –Le dijo mientras le cogía el libro de las manos.
Al hacerlo todo en la portada cambió… apareció el nombre de ella, el título con el que siempre soñó que sería su obra… la imagen de él, tal y como estaba frente a ella.
Volvió a entregárselo a la vez que le decía: - Te esperaba.
©Auroratris

Relato perteneciente a la propuesta "Entra"









ANTIFAZ

Soy detective de homicidios y voy a contar cómo pillé al asesino del antifaz.

Era muy entrada la madrugada de una calurosa noche de agosto cuando sonó el teléfono, estaba algo aturdido por el sueño ya que hacía tiempo que no descansaba bien... Este asesino me tenía en jaque y le estaba echando todas las horas que disponía.

Mi compañero al otro lado del auricular me avisaba de un nuevo asesinato... Mismo “modus operandi” sólo que esta vez en la zona oeste de la ciudad.
¿Qué se le perdería en ese lugar?
Nunca antes había actuado tan alejado del centro.

Cogí la placa, las esposas, mi revólver reglamentario... Y me dispuse para coger el coche cuando me di cuenta de que tenía una rueda pinchada... No hay tiempo que perder, así que "pedí prestada" la moto de mi vecino. Ya le diré por la mañana que contribuyó a una buena causa.

Me presenté en el escenario del crimen. Lo primero que vi fue a la chica ahogada en la bañera. Misma constitución, edad, color de pelo, piel. Y su firma. Todas ellas mostraban una piruleta en la boca y un antifaz. Yo lo veía como una broma macabra ¿qué pretendía endulzar la muerte o algo así?

El baño estaba iluminado por unas velas. Realmente este asesino sabía montar un escenario tan tétrico como romántico. Me disponía a echar un vistazo al cuerpo cuando observé la mano derecha de la chica. Ésta estaba cerrada y por un lateral sobresalía algo brillante, con cuidado pude sacar una llave pequeña, su silueta era muy singular, en forma de cruz. De un extremo pendía una cadena. Debió agarrarse a ella cuando el asesino la estaba estrangulando.

Ambos nos pusimos en alerta cuando oímos un ruido a nuestra espalda. Era él, todavía estaba en el escenario del crimen y seguramente por una única razón: la llave.

La actuación fue rápida. Antes de que saliera la primera bala de su revólver, mi compañero y yo lo redujimos con un acertado tiro a su hombro.
Hay que tener mucha sangre fría o mucha necesidad de algo para exponerse a ser descubierto, como tal fue el caso. Lo asombroso fue descubrir que no se trataba de ningún hombre, sino de una mujer, con la fuerza suficiente capaz de despistar hasta a un forense.

La declaración de la asesina nos dejó algo desconcertados...

"Tan absurdo y fugaz es nuestro paso por el mundo, que solo me deja tranquila el saber que he sido auténtica, que he logrado ser lo más parecido a mí misma que he podido"Frida Kahlo. (Pintora mexicana. 1907-1954)
©Auroratris

Relato perteneciente a la propuesta "Citas Y Sueños"









LUJURIA


De tus labios color fresa salen palabras llenas de Lujuria, que me alcanzan como un látigo ensordeciendo mi pobre oratoria. Parece mentira que seas un detective respetable. Que yo sea una enfermera modosa y que nuestro encuentro parezca el hechizo de alguna bruja libidinosa.

A quién le importa nuestro juego o placer intenso donde nuestro vicio es más peligroso que una jeringuilla letal.

Postrada como una monja ante tu viril silueta disimulo unas tijeras entre el liguero de mis medias. Sé lo que provoco en esta pose tan de entrega, tus ojos escrutando cada una de mis piezas traspasan la nervura que se yergue bajo ellas. Inmóvil el enclave de mis ojos mirando la desnudez de tus pasos acercándose, erizando mi nuca.

Si hablo soy penalizada… si callo premiada. Elijo el silencio para que no me sujetes con tus cuerdas, y en un cambio de rol mostrar mi arma y tenerte bajo mi presión.

Sigues repitiendo esa letanía que provoca seísmos en mi piel. Sonrisas efímeras se escapan junto con algún gemido de placer… fieras a capricho en esta noche que no acaba…

Y mañana, somnolienta y todavía con tu aroma volverá a despertarme el chófer del autobús. Miraré la hora y ansiosa esperaré nuestra próxima cita.
©Auroratris

Relato perteneciente a la propuesta "Pasad, Pecadores"









LA INVITACIÓN


Los días transcurrían tranquilos... tan monótonos como la misión de Nicolás, dándole a su Rueda.
Me dispuse a mirar el correo mientras le contaba lo más interesante... " Me había roto una uña" - ¡Vaya drama en una vida sosegada! -
Numeraba, Con un leve desagrado, las cartas de publicidad, facturas... Hasta que de repente paré en seco la maniobra automática de ir pasando los sobres... Ahí estaba, ante mí, un sobre diferente... De un rojo intenso, sanguinolento exactamente.

Lo rasgué con sumo cuidado y la sorpresa iba in crescendo. Saqué una cartulina del mismo color... Unas letras cuidadosamente alineadas me invitaban a pasar un fin de semana en el Castillo de Bran. Lo primero que pensé es que había Sido una equivocación. Comprobé que no era así ya que mis datos estaban correctos.

Sopesé la invitación, pros y contras. Miré a Nicolás, éste hacía caso omiso a mis divagaciones. Así que, sin valorar nada más metí en mi maleta de mano lo imprescindible para un par de días, cogí mi cámara de fotos por si la situación requería ser inmortalizada, una botella de vino de regalo como buena invitada y me dispuse a emprender esta aventura.

Llegué ante la puerta de entrada y antes de tocar, ésta se abrió... El cambio de luz fue relevante, debía acostumbrarme en cuestión de segundos a esa penumbra tan diferente de la luz exterior. Una voz de hombre me invitaba a pasar.
Así hice, avanzando por un pasillo y siguiendo las indicaciones me topé de pronto con una puerta entreabierta por donde se fugaba una extravagante y cegadora luz roja.

-Pasa Gabriela, no seas tímida. Me instó un hombre desde el interior.

Me extrañó que supiera que yo estaba al otro lado.
Suponiendo que era el anfitrión, empujé la puerta y le encontré de pie frente a la chimenea, mirando el fuego de una manera enigmática… instintivamente apreté el spray de pimienta que llevaba en el bolsillo, pero su voz me sobresaltó cuando me invitó a servirme una copa de vino y coger algún bombón de la mesita que justo estaba a mi derecha.

Cada vez estaba más intrigada… ¿cómo podía saber tanto de mí? Algo me empujaba a obedecerle y acatando sus órdenes me situé junto a él con mi copa entre las manos y un bombón entre los labios.

-Me alegro de que hayas aceptado esta invitación, Gabriela. –
Dijo mientras se giraba hacia mí levantando su copa e intentando que yo hiciera lo mismo.

Chocamos las copas y su sonido fue hipnotizador, o tal vez fue el efecto del chocolate que ya había empezado a fundirse en mi boca. Su sonrisa en ese brindis fue todo un espectáculo. El brillo de su mirada era demasiado intimidador a la vez que pronunciaba mi nombre con un alargamiento excesivo de las sílabas… Me ardían las mejillas.

-Ven, te mostraré tu habitación. Serás mi invitada de honor. Durante la cena te contaré el motivo de tal evento. Porque supongo que todo esto te parecerá muy extraño ¿No es así? No te preocupes, no eres la única invitada.
- Acto seguido abrió una de las estancias mostrándome su interior.

Fantasmal… esa fue mi percepción. Ya me estaba arrepintiendo de mi valentía. Quise llamar a mi … vaya, no tenía a nadie a quién llamar y tampoco había traído el móvil, es lo que pasa cuando nunca lo usas si no es para cargarlo. Pensé en el pobre Nicolás… dándole a su rueda y totalmente ajeno a mi situación.

Me dispuse a bajar para cenar cuando oí unos ruidos extraños procedentes de un cuarto alejado del mío, la puerta estaba cerrada con llave. Fue inútil intentar abrir.  A punto de desistir sentí el susurro desde el interior.

-Vete, no bajes al comedor… la cena eres tú. – No estaba segura de haber oído así. 

Pregunté de quién se trataba y otra vez repitió la misma frase. El pánico me sobrepasaba y no me dejaba pensar.

-Estás aquí, querida Gabriela. – Dijo él tras de mí y haciendo que diera un respingo. Temiendo que te perdieras he venido a buscarte yo mismo. 
-¿Qué o quién está ahí dentro? –Pregunté lo más segura que pude.
-Oh, este Castillo es muy viejo, se oye toda clase de ruidos. Tiene mil historias, ninguna cierta. Sólo es tu imaginación… A mí me ocurrió lo mismo cuando lo compré y me instalé. Pero, ya me he acostumbrado.

Para nada me había tranquilizado. Cada vez estaba más nerviosa. Llegamos al comedor donde estaban dispuestos solamente dos cubiertos. Seguía preguntándome dónde estaba el resto de invitados. Recordé la escena anterior y lo absurdo de mi imaginación.

Sorprendentemente, la cena transcurrió con normalidad. El efecto del vino hizo que poco a poco bajara la guardia y empezara a disfrutar de su compañía. Hasta ese momento no me había fijado en lo atractivo que era.
Le propuse hacernos una foto justo cuando estábamos en los postres. Accedió de manera muy complaciente.

Cuando todo acabó me acompañó hasta mi cuarto despidiéndose de una manera inusual.

-Procura descansar, Gabriela… hay noches que parecen eternas.
-Gracias e igualmente, Señor. – Me quedé con las ganas de preguntar a qué había venido eso.

Entré rápidamente y me puse el pijama. Me metí en la cama y fue cuando recordé la cámara de fotos. La había olvidado en el salón. Me puse la bata y salí con la decisión de recuperarla.
Otra vez se repitió la misma escena. Esa puerta cerrada, la voz tras ella…
Decidí que en cuanto amaneciera abandonaría el lugar. Como experiencia ya estaba resultando demasiado.

Bajé las escaleras a la carrera. Entré en la amplía estancia. Allí estaba, sobre la mesa, justo en el lugar que había ocupado durante la cena.  La curiosidad me invadió de pronto y quise ver el resultado de las fotos. Un grito ahogado salió de mi garganta. En todas y cada una de ellas sólo estaba yo.

Lo siguiente ocurrió muy deprisa como para recordarlo con detalle, pero ya no importa, tengo toda una eternidad para hacerlo. Después de todo lo único que te salva es tu actitud ante ciertas situaciones.


©Auroratris

Relato perteneciente a la propuesta "Un Evento Inesperado"










ATRAPASUEÑOS


Invocar antes de tiempo no trae nada bueno,
porque el resultado da este ejemplo
de recolectora de estrellas o “nefelibata”,
que apoyada sobre el alféizar de la ventana lanza besos a la fugaz madrugada.
Para compartir su locura busca la complicidad de la Aurora,
la cual le hace monerías desde un espejo con forma de huevo de pascua…

A veces, se mira en el azabache de unos ojos,
a veces, se abraza a lo inerte de su forma…
a veces, sólo a veces,
todavía se esconde bajo su capa de niña trenzada,
buscando la suavidad de un recuerdo:
su primer y único oso de peluche guardián de lágrimas y miedos.

Y de repente, se enciende el farolillo de su imaginación,
inventando una historia que la saque por el tejado
hasta su Constelación.
Tumbada bajo el circo de la noche,
vuelve a Ver-Se deslizando palabras a velocidad de vértigo.

Desde el trapecio La Luna, le guiña un Ojo a modo de
ConSentimiento…

Hay sueños donde,
Rodando sobre unos patines,
Le Persiguen las manecillas de un reloj que AuroAlicia,
Por pura envidia, dibujó en su muñeca derecha,
mientras dormía una siesta bajo la Higuera Azul.

Por eso, en las noches sin estrellas…
temiendo que la pesadilla se torne monstruo…
Ella, y sólo ella,
desde un columpio con la seguridad de un kamikaze
se lanza en vuelo libre y sin motor hacia
"SU ATRAPASUEÑOS"

©Auroratris


Poema perteneciente a la propuesta "Atrapasueños"










CRUCE DE DESTINOS


Las oportunidades se presentan solas, o eso dicen. Y ahí estaba yo, dispuesta a emprender un camino totalmente nuevo para mí… sin pensar que los giros inesperados están a la vuelta de la esquina.

Faltaba más de una hora para la salida de mi tren. Así que decidí esperar el momento en la Cafetería de aquella pequeña Estación. Pronto me reuniría con alguien que me llevaría directa a la Fama o eso me dijo entre burbujas de champán y algún que otro beso enredado entre sábanas de satén.

Me dispuse a repasar las últimas notas, enviar los mensajes atrasados, responder al correo de la mañana y en medio de mi propia abstracción no me percaté de la llegada de aquél hombre.

Aquél hombre…

Se alinearon los planetas porque en ese preciso instante nada volvería a ser como antes. Ni mi vida ni la suya, ni nada de lo que hoy nos rodea.

Me pidió permiso para sentarse a mi mesa. Explicó que todo estaba completo y necesitaba una base para abrir su portátil. Así que accedí a compartir mi espacio. Ya su voz fue calándose en mí… para cuando dijo su nombre yo había olvidado lo que me tenía ocupada y sólo le prestaba atención a él.

A él… Maximiliam.

Le fui observando de hito en hito, a través de mi taza de café estudié sus facciones, el color de sus ojos, el ovalo de su cara… el dibujo de su boca cuando encerraba el borde de la taza entre sus labios. Sin darme cuenta me sonreía al oírle carraspear. Embelesada con el sonido de sus teclas olvidé mis quehaceres. El tiempo voló.

No sé cómo emprendimos la conversación, empezamos con temas banales para romper el hielo y de pronto nos estábamos contado nuestro último fracaso en la vida. Estrenaba un nuevo trabajo justamente en la dirección contraria hacia donde yo viajaba, ¡Qué curioso es el destino! El silencio se hizo protagonista por unos instantes y fue cuando lo dijo…

“La vi llegar y tomé la decisión de conocerla, esto no es casualidad… ahora tiene dos opciones: Una es que sigamos conociéndonos y otra… que me pida que me marche, aunque intuyo que no hará lo segundo”

Me quedé petrificada por unos segundos, para él fueron eternos según me dijo más tarde. Evalué la situación… quedaba muy poco para coger mi tren… casi nada para el suyo… Mi Fama y su trabajo en una balanza, preguntándome: “si existía el Amor a primera vista” … porque lo que me estaba proponiendo era una tentación… Ni su Oeste ni mi Este… al Sur… perdernos en el Sur y lo que tenga que pasar que pase.

Pitaron la salida de nuestros destinos mientras nosotros sacábamos otros billetes. Se giró con ellos en alto y con su enigmática sonrisa sólo dijo: “Hagámoslo, ya no hay marcha atrás”

©Auroratris


Relato perteneciente a la propuesta "Tentación (es)"


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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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